martes, 1 de junio de 2010

LAS REGLAS DEL CATCH & RELEASE

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Estas son las reglas básicas que el pescador debe observar para realizar correctamente la captura y liberación de los peces:

1. Utilice equipos y líneas fuertes y en buen estado. Procure usar un solo anzuelo sencillo en su señuelo, y que éste tenga la muerte (rebaba) aplastada.

2. Remate bien cuando el pez pique para que el anzuelo se clave en el mejor lugar.

3. Trate de llevar a cabo una pelea corta que no agote al pez y que no le permita escaparse con el anzuelo en la boca. No lo hale innecesariamente ni lo lleve a fondos pedregosos.

4. No manipule el pez con guantes o con las manos secas para evitarle daños en la piel o la remoción de la mucosa protectora. Dentro de lo posible evite agarrar el pez durante el proceso.

5. Evite sacarlo del agua. Trate de sacarle el anzuelo con la ayuda de unas pinzas de forma cuidadosa mientras está en el agua a su lado. Si el pez tiene bastante energía aún, se irá nadando por sus propios medios sin ayuda.

6. Si lo va a fotografiar, tómelo por la base de la cola con una mano y con la otra por debajo del abdomen, detrás de las aletas pectorales, y sáquelo del agua de modo que permanezca horizontal. No lo tenga fuera del agua por más tiempo del que usted estaría debajo de ella. Al meterlo al gua nuevamente, hágalo de forma suave y que el pez se mantenga de forma paralela con la superficie del agua. Nunca lo sostenga colgando de la boca o de la cola. Tenga cuidado de no meterle los dedos en las agallas.

7. En la mayoría de los casos el pez estará cansado y desorientado. Tómelo por la base de la cola de manera que la cabeza apunte hacia la corriente para que ésta lo ayude a respirar y a reponerse. Muévalo suavemente hacia atrás y hacia adelante para facilitarle la respiración.

8. Elija un buen sitio para liberarlo, lo más cerca posible al lugar en donde mordió el anzuelo, lejos de la orilla para que no se raspe con el fondo, en donde haya una corriente suave que le ayude a liberarse, y en un sitio en donde pueda buscar rápidamente refugio y en donde no haya depredadores que lo ataquen mientras se repone completamente.

9. Si por algún motivo el pez se ha golpeado o herido y usted tiene dudas de que éste sobreviva, libérelo de todas maneras ya que un pez muerto hará parte de la cadena alimentaria y de alguna manera beneficiará a otros organismos y al mismo ecosistema.

MODELO DE REGLAMENTO DE PESCA DEPORTIVA

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La legislación de un Estado contiene las normas generales y especiales para regular el uso y disfrute de sus recursos naturales por parte de sus nacionales. La legislación colombiana en materia de pesca está hoy bastante desactualizada y no parece haber coherencia entre las normativas emitidas por los diferentes organismos que de una forma u otra han regulado esta actividad en el país o en algunas zonas especiales de jurisdicción, tal como ha sucedido con las corporaciones autónomas regionales o con la dirección de parques nacionales.

Una Ley General que reglamente la actividad pesquera deberá hacer parte de toda una base de principios del Estado para la conservación de los recursos naturales y deberá concatenarse con otras leyes en el mismo sentido. Este proyecto de reglamentación no pretende tanto, sino ser una base para que las autoridades locales, o el organismo gubernamental o no gubernamental que tenga la misión de proteger los recursos naturales de una región en particular, aplique una normatividad específica para que en esa región, costa, río o laguna se lleve a cabo una labor de conservación que involucre directamente a los usuarios.

Este proyecto de reglamento se sustenta en los principios que hemos visto antes en este libro. Partimos de la base de que los cauces de los ríos, las costas de los mares, y las zonas de lagos y lagunas son de enorme importancia para el sostenimiento de la vida, el agua y el aire del paneta tierra. Nos afirmamos en que la pesca comercial en mares, ríos y lagunas de una nación no es una actividad sostenible, y por lo tanto suponemos que esa actividad está prohibida por la ley, o cuando menos, estrictamente regulada y restringida. Nos sustentamos en que los recursos acuícolas son para el uso y disfrute de todas las personas en actividades que no los deterioren. Insistimos en que los pescadores somos los usuarios que en mayor medida afectan esos ecosistemas, bien sea destruyéndolos cuando los usamos de una manera irresponsable, o bien sea recuperándolos y manteniéndolos cuando los tratamos bien y de una manera comprometida.

Como estamos en un territorio compuesto por zonas geográficas tan disímiles con unos sistemas acuícolas propios que albergan una biodiversidad muy particular, quien proponga un reglamento de pesca basado en éste, deberá completar la información técnica de acuerdo con los parámetros que le pueda dar algún organismo o algún profesional experto en el tema. De todas maneras trataremos de dar algunas pautas en letra cursiva para estos puntos.

REGLAMENTO DE PESCA PARA LA REGIÓN ______________ .

1. REQUISITOS DE LEY: Variarán si es emitido por parte de autoridades regionales, organismos gubernamentales, organismos no gubernamentales, o si se trata de asociaciones o clubes de pesca. Esta parte conforma el “encabezado” del reglamento en donde se debe indicar la autoridad que lo emite, la observancia a la constitución y las leyes, la vigencia y territorialidad del reglamento.

2. JURISDICCIÓN: El presente reglamento de pesca deportiva aplica para la zona del río (o costa, o laguna) _________ comprendida dentro de los municipios de _______ y ________ . Esta regulación deberá ser observada en la totalidad del ecosistema señalado que comprende el cauce del río, sus costas, los bosques y terrenos aledaños, sus lagunas, nacimientos y tributarios.

3. AUTORIDADES: La aplicación y control del presente reglamento le corresponde a las autoridades de cada municipio en su propia jurisdicción (y/o a la Dirección de Parques Naturales Nacionales de Colombia). Las sanciones y multas que se apliquen por las contravenciones a este reglamento serán también impuestas por las autoridades competentes de cada municipio.

4. PERMISOS DE PESCA: Toda persona que realice actividades de pesca en la zona descrita en el numeral segundo de este reglamento deberá portar un permiso vigente de pesca emitido por _______ (La Alcaldía del Municipio, la Corporación _____ o la Dirección de Parques Naturales Nacionales de Colombia).

5. TIPOS DE PERMISOS Y SU COSTO: Los permisos de pesca que se emitan facultarán al pescador deportivo a realizar libremente sus actividades en la zona descrita en el numeral segundo, pero dentro de los parámetros que fija este reglamento. Los permisos que se emitirán son los siguientes:

a. Por un año sin limitación en los días de pesca.
b. Por una temporada de pesca sin limitación en los días de pesca.
c. Por una semana sin limitación en los días de pesca.
d. Por un (1) día.

El costo del permiso de pesca será establecido por la autoridad que lo emita, y se reajustará cada año en el mes de enero de acuerdo con el incremento en el IPC. El costo del permiso de pesca se fijará con el criterio de que cubra los costos administrativos de su expedición o refrendamiento y del control administrativo durante su vigencia.

6. DÍA DE PESCA: La pesca está permitida durante las horas de luz diurna, o en su defecto de 6:00 a.m. a 6:00 p.m.

7. TEMPORADA DE PESCA DEPORTIVA: La temporada de pesca para la zona regulada por el presente reglamento inicia el día [DÍA] [MES] de cada año, y finaliza el [DÍA] [MES] del año inmediatamente posterior (o del mismo año). Cualquier actividad relacionada con la pesca deportiva en días fuera de esta temporada, deberá ser autorizada de manera especial por parte de la autoridad competente. (La temporada de pesca deberá ser definida por un grupo o comité que tenga en cuenta los ciclos de migración y desove de las distintas especies de peces de esas aguas para que no se afecten los ciclos repoductivos, así como las demás condiciones especiales que deban ser tenidas en cuenta, tales como migraciones de aves o tortugas, épocas de crecientes intempestivas de las aguas, etc.).

8. PROTECCIÓN DE LAS ESPECIES: Todas las especies de animales o plantas de la zona de aplicación del presente reglamento están protegidas, y es deber de todos los usuarios de estas aguas velar porque se desarrollen de la mejor manera. Está prohibida la tala de árboles y arbustos, así como el despeje de zonas cubiertas por cualquier tipo de vegetación. Los usuarios podrán disponer para fogatas o estructuras de campamento, de las ramas o los troncos de árboles o arbustos que se hayan desarraigado de forma natural. Los usuarios deberán proteger y permitir la vida usual y normal de todas las especies animales que habitan las zonas aledañas a las aguas, tales como aves, mamíferos, reptiles, anfibios y peces. Todas las especies de peces que no sean considerados como deportivos serán igualmente protegidos.

9. CAPTURE Y LIBERE: Por norma general y fuera de las excepciones establecidas expresamente en el presente reglamento, todo pez que se capture en estas aguas deberá ser devuelto a las mismas de la mejor manera y en las mejores condiciones, en atención a las siguientes normas:

A. Utilice equipos de pesca y líneas fuertes y en buen estado. Procure usar un solo anzuelo sencillo en su señuelo, y que éste tenga la muerte (rebaba) aplastada.

B. Remate bien cuando el pez pique. Trate de llevar a cabo una pelea corta que no agote al pez y que no le permita escaparse con el anzuelo en la boca. No lo hale innecesariamente ni lo lleve a fondos pedregosos.

C. No manipule el pez con guantes o con las manos secas para evitarle daños en la piel o la remoción de la mucosa protectora. Dentro de lo posible evite agarrar el pez durante el proceso.

D. Evite sacarlo del agua. Trate de sacarle el anzuelo con la ayuda de unas pinzas de forma cuidadosa mientras está en el agua a su lado. Si el pez tiene bastante energía aún, se irá nadando por sus propios medios sin ayuda.

E. Si lo va a fotografiar, tómelo por la base de la cola con una mano y con la otra por debajo del abdomen, detrás de las aletas pectorales, y sáquelo del agua de modo que permanezca horizontal. No lo tenga fuera del agua por más tiempo del que usted estaría debajo de ella. Al meterlo al gua nuevamente, hágalo de forma suave y que el pez se mantenga de forma paralela con la superficie del agua. Nunca lo sostenga colgando de la boca o de la cola. Tenga cuidado de no meterle los dedos en las agallas.

F. En la mayoría de los casos el pez estará cansado y desorientado. Tómelo por la base de la cola de manera que la cabeza apunte hacia la corriente para que ésta lo ayude a respirar y a reponerse. Muévalo suavemente hacia atrás y hacia adelante para facilitarle la respiración.

G. Elija un buen sitio para liberarlo, lo más cerca posible al lugar en donde mordió el anzuelo, lejos de la orilla para que no se raspe con el fondo, en donde haya una corriente suave que le ayude a liberarse, y en un sitio en donde pueda buscar rápidamente refugio y en donde no haya depredadores que lo ataquen mientras se repone completamente.

H. Si por algún motivo el pez se ha golpeado o herido y usted tiene dudas de que éste sobreviva, libérelo de todas maneras ya que un pez muerto hará parte de la cadena alimentaria y de alguna manera beneficiará a otros organismos y al mismo ecosistema.

10. ESPECIES DE PECES DEPORTIVOS: Los peces de valor deportivo que habitan de manera permanente o transitoria los cuerpos de agua de la zona comprendida en el presente reglamento son los siguientes:

En esta sección se relacionarán los nombres comunes y el nombre científico de cada una de las especies de peces que tengan un valor deportivo en la zona, con el fin de tener en claro cuáles peces serán objeto de tratamiento especial por parte de los usuarios, por ejemplo:

TRUCHA ARCOIRIS (Oncorhynchus mykiss)
TUCUNARÉ CINCHADO o PAVÓN CINCHADO (Cichla temensis)
GUABINA, MONCHOLO o PERRO (Hoplias malabaricus)

11. LÍMITE DE ACOPIO: Se permite que los pescadores o grupos de pescadores sacrifiquen y conserven un mínimo de ejemplares para su consumo de ese mismo día, dentro los parámetros que se fijan en este reglamento, sin que de manera alguna se supere el límite máximo de un (1) pez por pescador.

Se solicita a los pescadores deportivos que a su buen juicio y en ejercicio de sus principios y valores establezcan si es necesario el acto de conservar una de sus capturas. De ser así, se recomienda que los peces que conserven para su consumo de ese día no sean del listado de especies deportivas del numeral noveno y que no se trate de especies en riesgo de desaparecer del ecosistema.

12. TALLAS MÍNIMAS: Las tallas mínimas para cada especie que deberán ser observadas cuando el pescador opte por conservar un pez para su consumo de ese día son las siguientes:

(Estas tallas mínimas serán definidas por profesionales o por un comité técnico que tendrá en cuenta que el pez que se sacrifique ya haya tenido la oportunidad de haber procreado al menos una vez).

Por ejemplo:
TRUCHA ARCOIRIS (Oncorhynchus mykiss) 30 cm.
PAYARA (Hydrolycus scomberoides) 55 cm.

Es obligatoria la devolución de los peces que no cumplan con este requisito.

13. FORMA DE MEDIR UN PEZ: Se considera como longitud de un pez para todos los efectos, la distancia lineal que resulta de medir entre la boca y el nacimiento de la cola del pez.

14. PECES MADUROS Y GRANDES: Está prohibido conservar para el consumo cualquier pez que sea considerado grande para su especie o en el cual se observen signos de que se trata de un pez maduro y dominante en su área. Los peces que llegan a tallas significativas o que se han consolidado en su madurez, son ejemplares genéticamente sobresalientes y merecen especial cuidado para que continúen transmitiendo sus buenas características por el mayor tiempo posible, es decir, hasta que mueran de una manera natural. Si un pescador no puede determinar esto, se le aconseja que consulte a su guía de pesca o a otros pescadores con más experiencia en la pesca de esa especie.

15. PROHIBICIONES EPECIALES: Está prohibido el acopio de peces de cualquier tamaño de las especies que se relacionan a continuación. La devolución en el mejor estado posible de las capturas de peces de las siguientes especies es obligatoria:

Por ejemplo:
PATALÓ o JETÓN
(Ichthyoelephas longirostris)
SÁBALO o TARPÓN (Megalops atlanticus)

16. MODALIDADES DE PESCA AUTORIZADA: Las siguientes son las modalidades de pesca autorizadas para las aguas que trata el presente reglamento:

SPINNING y BAITCASTING: Pesca mediante la utilización de señuelos artificiales rígidos o de materiales flexibles atados a una línea y provistos de un anzuelo, que se lanzan y recogen mediante la acción de un carrete, y que generalmente imitan la acción de las presas habituales de los peces deportivos.

FONDEO: Pesca mediante la utilización de una carnada natural, viva o muerta, adherida a un anzuelo que va atado a la línea de pesca.

ARRASTRE, CARRETEO o TROLEO (Trolling): Pesca mediante la utilización de señuelos artificiales rígidos o de materiales flexibles atados a una línea y provistos de un anzuelo, que se remolcan desde una embarcación en movimiento, sin que importe el medio de propulsión de ésta.

MOSQUEO o FLY FISHING: Pesca mediante la utilización de un señuelo liviano compuesto de unos materiales atados a un anzuelo que se denomina mosca. Este señuelo va atado a una línea especial que tiene el peso necesario para lanzarlo a la distancia en que se estima que están los peces.

17. MODALIDADES DE PESCA PROHIBIDAS: Las siguientes modalidades de pesca están prohibidas en las aguas que regula el presente reglamento:

Pesca con redes, chinchorros o trasmallos
Pesca con atarraya
Pesca mediante agentes tóxicos como el barbasco.
Pesca mediante represamientos o secamiento de las aguas.
Pesca con arpones o garfios.
Pesca con elementos contundentes, mediante descargas eléctricas o con armas de fuego.
Pesca con cebado previo en un lugar determinado.
La caza subacuática.


18. SEÑUELOS AUTORIZADOS: La pesca debe practicarse con señuelos artificiales con un único anzuelo simple, doble o triple. Cuando se quiera utilizar un señuelo que tenga más de un anzuelo, deben quitarse los anzuelos restantes o inutilizarlos de forma tal que no puedan clavarse en los peces. En los ambientes de devolución obligatoria sólo se permite la utilización de un anzuelo simple, sin rebaba (muerte) o con la rebaba aplastada. Se prohíbe el uso de señuelos que contengan pilas o baterías debido a su poder contaminante.

Cuando se realice la pesca mediante la modalidad de fondeo con carnada natural, se deberá utilizar un solo anzuelo sencillo. Se prohíbe el uso de sustancias químicas o contaminantes sobre la carnada.

19. NÚMERO DE EQUIPOS: Cada pescador podrá utilizar únicamente un equipo compuesto de caña, carrete y señuelo o carnada a la vez.

20. RESTRICCIONES Y PROHIBICIONES: Las siguientes prohibiciones son de obligatorio cumplimiento por parte de todos los usuarios de las aguas y lugares adyacentes que trata este reglamento:

A. Pescar desde embarcaciones en las costas, lagos o lagunas dentro de un círculo imaginario de 200 metros de radio con centro en la naciente o la desembocadura de un río o quebrada.

B. Pescar desde embarcaciones en los ríos dentro de un círculo imaginario de 50 metros de radio con centro en la desembocadura de un río o quebrada tributarios.

C. Obstaculizar el paso de los peces mediante el uso de bastidores, mamparas, diques, tajamares o cualquier otro medio.

D. Comercializar el producto de la pesca deportiva.

E. Causar contaminación o deterioro de los ambientes de pesca y su entorno, por cualquier medio, tales como lavar vehículos en la orilla, arrojar residuos, extraer o cortar plantas acuáticas para ingresar o acceder a sitios de pesca, etc.

F. Encender fuego fuera de sitios autorizados como playas o explanadas, en virtud del alto riesgo de su propagación, las dificultades de su supresión y el daño ambiental que se genera.

G. Pescar en los ríos y arroyos aguas arriba y abajo de todas las obras que impiden el libre paso de los peces, como represas o diques; dentro de una distancia mínima de 100 metros, o de la determinada por la autoridad competente.

H. Extraer por cualquier método peces en lugares artificiales de encierro, tales como canales, pulmones, vertederos y bocatomas.

I. Mantener en cautiverio peces capturados en el medio silvestre.

J. Transportar peces vivos de cualquier especie y estadio de desarrollo sin autorización de la autoridad competente.

21. RECOMENDACIONES ESPECIALES: Los pescadores y demás usuarios de las aguas comprendidas dentro del presente reglamento deberán atender las siguientes recomendaciones para su seguridad, para una buena convivencia con otros usuarios y para la conservación del medio ambiente:

A. Se recomienda a todos los usuarios del recurso público que eviten cualquier conducta que perturbe las actividades oficiales o recreativas que se desarrollan en el mismo.

B. Se recomienda no vadear los ríos, quebradas o costas en las épocas de desove y reproducción de las distintas especies.

C. Se recomienda que los pescadores deportivos se roten los puntos de pesca con los demás grupos que pudieran estar presentes en el mismo momento, y que respeten un área de al menos 100 metros con el siguiente pescador o grupo de pescadores aguas arriba o abajo, según su sentido de avance.

D. Se recomienda a todos los usuarios que tomen todas las precauciones necesarias para prevenir accidentes durante la navegación o el vadeo de las aguas. Se advierte especialmente sobre la necesidad de la correcta utilización de chalecos flotadores salvavidas mientras el usuario esté en contacto con el agua.

E. Se recomienda el uso de motores fuera de borda de cuatro tiempos o con certificación de emisiones bajas. Las autoridades podrán establecer el cobro de licencias o permisos más costosos para quienes no observen esta medida.

22. ADVERTENCIA ESPECIAL: Los pescadores deportivos y en general todos los usuarios de las aguas que comprende este reglamento, deberán abstenerse de introducir en ellas cualquier organismo vivo o latente que sea ajeno a este ecosistema. Esta medida comprende tanto la introducción voluntaria de plantas, animales u hongos, como la introducción accidental de los mismos. Los usuarios deberán revisar que sus equipos de pesca, calzado, ropas o embarcaciones hayan sido debidamente lavados con detergentes o cualquier oro desinfectante, antes de ponerlos en contacto con estas aguas. La introducción de especies foráneas, así sea de manera accidental, constituye el mayor riesgo de deterioro para un ecosistema en particular.

Las autoridades competentes se encargarán de vigilar el cumplimiento de esta norma, no obstante las autoridades apelan al buen espíritu de los usuarios para que sean ellos mismos quienes se encarguen de ejercer un control previo que sea efectivo para evitar estos riesgos.

23. EVENTOS: Todos los concursos, encuentros, certámenes, festivales o cualquier evento social o deportivo que se realice en las aguas comprendidas por el presente reglamento, deberá contar con la autorización previa de la autoridad competente, y en ningún caso podrá incluir dentro de su propio reglamento, actividades o prácticas que excedan las normas y limitaciones que establece este reglamento.

24. NAVEGACIÓN: La práctica de la navegación en cualquiera de sus modalidades en estas aguas estará regulada por las normas de carácter general o especial emitidas por las autoridades competentes a nivel nacional o local.

25. DECLARACIÓN PERSONAL: Cada persona que acceda a estas aguas como pescador deportivo o como usuario en general, asume durante el tiempo que permanezca en la región que el sostenimiento y el normal desarrollo de las aguas y las especies que éstas contienen, son de su propia responsabilidad, y que hará todo lo que esté a su alcance para que no se van afectadas por la presencia humana. En retribución a ese compromiso, estas aguas le asegurarán que cuando regrese tendrá buena pesca y una naturaleza muy viva para disfrutar.

26. ANEXOS: (Aquí se deberá reseñar qué información adicional debe ser tenida en cuenta para la cabal aplicación de este reglamento, tal como otras leyes de carácter general o especial, otros reglamentos, tablas, imágenes, etc. )

27. DEMÁS REQUISITOS DE LEY: (Requisitos legales para el cierre de este reglamento, tales como la autoridad que lo emite, fecha de promulgación, firmas, sellos, etc.)

LIBÉRELO

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“La pesca es una relación de dos, la falta de uno significa definitivamente el fin del juego”
~Rogelio Durán
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Hemos tenido ya todos los cuidados posibles para que ese pez que devolvemos a su hábitat lo haga en las mejores condiciones. Lo hemos tenido fuera del agua muy poco tiempo y lo hemos manipulado de forma correcta mientras lo teníamos en nuestras manos. Lo hemos puesto nuevamente en el agua para proceder a liberarlo y así cumplir nuestro compromiso con ese amigo que nos dio muchas satisfacciones y que nos dará buena pesca en el futuro.

Soltarlo no es nada difícil. Antes de hacerlo debemos tomarlo sin hacer fuerza por la cola y mantenerlo en posición horizontal cerca de la superficie, y en seguida lo reanimamos con un balanceo suave y repetido hacia adelante y hacia atrás para oxigenarlo con el agua que le circulará por sus agallas gracias a este movimiento. Con esta práctica lograremos no sólo que el pez se reanime gracias al oxígeno, sino que también le ayudaremos a que se oriente al volver a su elemento.

Cuando el pez se haya recuperado lo suficiente y esté listo para irse, nos lo hará saber con sus movimientos de nado. Cuando esto suceda sólo debemos soltarlo para que se vaya por sus propios medios.

Es importante que lo liberemos en un punto muy cercano al cual lo capturamos. Pensemos que el pez vuelve al agua agotado, luego de haber sufrido mucho estrés y con posterioridad a que no ha podido respirar durante un tiempo, y en esas condiciones será mejor que vuelva a su refugio habitual o por lo menos a una zona que conoce. Esto lo ayudará mucho a restablecerse correctamente en los minutos siguientes, gracias a lo cual podrá protegerse de corrientes que lo harían golpearse o de depredadores que quisieran atacarlo.

Tengamos en cuenta que lo deberemos liberar en una zona de corriente suave y lejos de la orilla ya que el agua revuelta con barro y otras partículas le entrará a sus agallas y le podría causar problemas en la branquias. Fijémonos que al soltarlo no lo estemos dirigiendo hacia las garras o dientes de algún depredador que lo pueda estar esperando en aguas profundas y sin protección.

Si nos quedan dudas de que ese pez pueda sobrevivir, por cualquier motivo, de igual manera es mejor soltarlo que matarlo. Es probable que sobreviva tras un golpe, un ojo chuzado, una agalla dañada o lo que juzguemos que fue demasiado tiempo fuera del agua. Si luego de reanimarlo, el pez se suelta de nuestra mano con movimientos natatorios y no se queda en la superficie boca arriba de manera permanente, habrá aún posibilidades de que pueda vivir. Si ese pez no sobrevive, pasará a hacer parte de la cadena alimentaria de su hábitat al servirle de comida a otros organismos, algo que para ese ecosistema es mucho mejor que extraerlo en términos de la energía que se recicla y de la cual vive ese hábitat.

Ya lo liberamos, ya cumplimos nuestra parte del compromiso con ese compañero de juego. Ya capturamos un pez y nos sentimos felices por esa experiencia que acabamos de disfrutar. No nos hacía falta matarlo. Seguimos disfrutando de un día de pesca, que como todos los días de pesca, es un muy buen día. Nos quedan el recuerdo, las anécdotas y hasta fotos con nuestra captura, que es lo que nos quedaría igualmente si lo hubiéramos matado, pero ahora además tenemos una conciencia feliz, una sensación de ser mejores personas y una ilusión de capturar nuevamente ese pez dentro de un año con un kilo más de peso.

Esto es ser un buen pescador.

COMO PEZ EN EL AGUA

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“El pez al lado del pescador deportivo ya fue capturado”
~ D . Thomas
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Ya con el pez a nuestro lado, bien sea que estemos al borde del agua, entre ella, o sobre un bote, lo primero que debemos hacer es dejarlo descansar unos segundos entre el agua sin agarrarlo para que respire unas cuantas veces y se recupere un poco del estrés de la pelea. Consideremos que en ese momento ya terminó la faena de captura de ese pez. Ese pez ya cuenta como captura, y el tamaño que le calculemos cuando aún está en el agua es completamente válido para afirmar que nos “sacamos” ese pez.

Si el pez se escapa en ese momento, es lo mejor que nos puede pasar ya que la captura está completada y si el pez se suelta del anzuelo nos evitará el trabajo de liberarlo y se estará evitando todos los riesgos que le traerá ese proceso.

Recordemos que un pez puede morir algunas horas después de haber sido liberado si ha pasado mucho tiempo fuera del agua

FACTORES QUE PUEDEN PROVOCAR LA MUERTE DEL PEZ VARIAS HORAS DESPUÉS DE QUE USTED LO HA LIBERADO
a. El agotamiento y el estrés por una pelea larga.
b. Los golpes ocasionados por una mala pelea o por una caída fuera del agua.
c. Haber estado fuera del agua demasiado tiempo.
d. Haber sido manipulado incorrectamente.


Esto nos lleva a pensar que no es necesario que saquemos el pez del agua. Sacarlo del agua no hará que la captura sea más completa. La mejor manera de liberar un pez es hacerlo mientras está aún en su elemento natural, así no sufrirá una serie de consecuencias que pueden poner en riesgo su supervivencia. Si decidimos soltar al pez sin sacarlo del agua, y ojalá siempre pudiéramos tomar esa opción, debemos evaluar si es necesario sostenerlo mientras le quitamos el anzuelo. Un pez que esté aún muy vigoroso o que tenga clavado el anzuelo en una parte difícil de extraer deberá ser agarrado para poderlo liberar. Si el pez aún tiene muchos ánimos y el anzuelo está clavado en una parte cómoda para soltarlo, podemos coger el pez por la base de la cola para que no salte o haga movimientos bruscos, mientras le quitamos el anzuelo con las pinzas en la otra mano o con la ayuda de un compañero o guía de pesca. Si el anzuelo requiere de alguna manipulación para ser extraído, es conveniente que pensemos en agarrar al pez por la base de la cola y por el vientre, justo detrás de las aletas pectorales, para que podamos manejarlo durante el proceso. Para este último caso puede sernos muy útil un gancho de labio para mantener quieto el pez y así poderle sacar el anzuelo. Los ganchos de labio siempre deberán aplicarse en la mandíbula inferior del pez para que queden afirmándolo del borde de la boca. Si lo ponemos en la mandíbula superior podemos herir el pez en otras estructuras de la cabeza con lo cual le podemos ocasionar la muerte. Estos procedimientos se deben hacer con la boca del pez dentro del agua para que continúe respirando y luego se recupere mejor de la captura. Esto es lo mejor que podemos hacer cuando ya estamos en contacto con el pez, no sacarlo del agua, no tocarlo o tocarlo muy poco, y liberarlo del anzuelo con la mayor rapidez.

Si decidimos sacar el pez del agua, deberá ser por una buena razón: Porque lo vamos a pesar, porque lo vamos a medir o porque nos vamos a fotografiar con él. En cualquiera de estos casos, deberemos hacerlo bajo unas reglas y mediante unas técnicas que minimicen las posibilidades de que el pez muera posteriormente o quede seriamente afectado. En primer lugar debemos ser conscientes de que el pez está fuera del medio en donde puede respirar. Los daños que le puede causar al pez no recibir oxígeno son los mismos que nos ocasionaría a nosotros no recibir oxígeno, y esos daños pueden ser a nivel cerebral, a nivel cardiaco y circulatorio, y a nivel de otros órganos internos. Si la falta de agua para respirar es mayor a la que el pez puede resistir, sufrirá daños irreversibles que si no le causan la muerte inmediatamente, sí lo harán al poco tiempo. De otra parte la exposición al aire le causará daños por resecamiento de las branquias, de la piel y de los ojos con consecuencias también muy graves para sus posibilidades de vida.

Pensemos en que un pez fuera del agua podrá estar tanto tiempo como uno de nosotros bajo el agua. Un ser humano normal que no esté adaptado a resistir la respiración bajo el agua, podrá hacerlo por un periodo entre 30 y 60 segundos. Un buceador de apnea aguantará unos dos minutos y medio, o tres minutos cuando mucho. De la misma forma pensemos en un pez. Una trucha o una payara, peces con alto consumo de oxígeno, no deberán estar fuera del agua más de treinta segundos, y si las cosas se complican, hasta unos sesenta segundos podrá aguantar sin sufrir daños irreversibles en la mayoría de los casos. Una carpa o un bagre podrán resistir hasta dos minutos, aunque será mucho mejor si los liberamos a los 30 segundos. Si nos pasamos de esos tiempos prudenciales, estaremos multiplicando las probabilidades de que el pez muera al poco tiempo. Hagamos nuevamente la analogía con nuestro caso. Si a uno de nosotros, un pescador cualquiera, lo meten debajo del agua por minuto y medio, lo más probable es que antes de sacarlo ya haya llenado de agua sus pulmones porque no resistió más tiempo sin respirar o porque perdió el conocimiento. Lo revivimos con masajes cardíacos y haciéndole expulsar el agua de sus pulmones por presión, con lo cual volverá en sí, pero si no es tratado en un hospital al poco tiempo, sus pulmones colapsarán por exceso de líquidos a las pocas horas, o en el mejor de los casos morirá a los pocos días de una infección generalizada. Los peces no tienen médicos y no pueden darse el lujo de estar fuera del agua más del tiempo mínimo necesario sin sufrir daños que les causarán la muerte.

Hemos visto que los peces, salvo contadas excepciones en que se están alimentando, evitan la exposición a la luz solar fuerte. Esto se debe a que no tienen las mismas protecciones químicas contra el sol que tenemos la mayoría de los seres que vivimos sobre la tierra. Consideremos este factor de riesgo para el pez cuando lo saquemos del agua. No lo expongamos al sol directo si es posible, y de todas maneras evitémosle una exposición prolongada a los rayos directos del sol, sobre todo cuando está fuera del agua.

Pero con todo y esta espantosa descripción seguimos adelante en nuestro propósito de sacarlo del agua. Lo primero que debemos hacer es mojarnos las manos para agarrarlo. Las manos secas limpiarán la mucosa protectora que tiene el pez sobre su piel y sus escamas. Esa mucosa le sirve de barrera física y bacteriológica contra las amenazas biológicas de su medio ambiente. Mientras más mucosa tenga una especie de pez, más necesaria para ese pez será tenerla. Todos hemos podido ver que una herida en el cuerpo de una persona que está expuesta al agua constantemente no sana ni cicatriza, y esto es debido a que es el medio propicio para que las bacterias y los hongos vivan y se multipliquen, cosa que no pasa con el aire que es nuestro medio natural. De esa manera los peces necesitan una barrera para que esos niveles altos de bacterias y hongos no les infecten la piel. Si nos mojamos las manos antes de agarrar al pez, le estaremos limpiando mucho menos esa capa protectora de mucosa.

Otra cosa muy diferente es el uso de guantes para coger los peces. Los guantes siempre tendrán una superficie mucho más rugosa y áspera que la piel de nuestras manos, así sean de materiales suaves y aparentemente lisos, y así estén mojados, al coger un pez con ellos le estaremos haciendo una “limpieza” de fondo de su mucosa protectora. Nunca agarremos con guantes un pez si lo queremos liberar.

Al pez lo deberemos agarrar principalmente por la base de la cola, que es la parte que mueve de manera más notoria. Allí es la sección más fuerte de su musculatura y de su estructura ósea, y es donde menos daño le haremos si lo tenemos firmemente pero sin aplicar una presión exagerada. La otra mano deberá ir bajo su vientre, justo detrás de las aletas pectorales, ya que ahí es el punto que tiene más soporte del esqueleto y de los músculos en el tórax. Los peces llevan millones de años evolucionando dentro del agua, un medio mucho más denso que el aire que les sirve de soporte natural, por eso un pez al ser sacado del agua a la densidad del aire, así esté sostenido de la mejor manera, siempre va a sufrir desacomodos de sus órganos y cambios en su circulación por este efecto. Esos cambios en su estructura normal y en el funcionamiento de sus órganos vitales, pueden ser muy graves si el pez no es manipulado correctamente, o si se cae de nuestras manos o se golpea contra algo mientras está fuera del agua.

Con esto en mente pensemos que no lo debemos colgar de la cola o de la cabeza ya que desplazamiento de sus órganos vitales y de sus fluidos internos podrá ser causa de su muerte con posterioridad a que lo liberemos.

Nunca le metamos las manos o los dedos dentro de las agallas. Es como si a nosotros nos metieran una mano en los pulmones, el daño sería muy serio.

Si hemos de coger el pez con un gancho para labio, aunque no es lo más recomendable, hagámoslo por la mandíbula inferior por los motivos ya expuestos. Si lo sacamos del agua y lo sostenemos para la foto, tengámoslo con la otra mano por la base de la cola, o más adelante cerca de la aleta anal, con el fin de darle mejor soporte en el aire. Nunca lo saquemos del agua colgado de la boca. Si vamos a pesar el pez con un gancho para labio que tiene báscula, hagámoslo por unos pocos segundos, apenas los necesarios para ver cuánto pesa, y enseguida metámoslo al agua bien sostenido por el gancho y por la base de la cola.

Pareciera ser que una buena técnica de pesar un pez sea sostenerlo en una red que se cuelga de la báscula, pero en realidad esta práctica no es recomendable ya que prolonga demasiado la permanencia del pez fuera del agua, y la red tendrá efectos nocivos en la capa de mucosa de la piel del pez, así esté mojada. Tampoco es buena opción usar básculas de gancho para pesar el pez ya que éstas tienden a colocarse en la zona de las agallas con la consecuencia de mucho daño para el pez. Si llegáramos a usar una de estas, debemos tener mucho cuidado de poner el gancho en los pliegues de la mandíbula inferior del pez con la seguridad de que no le estamos haciendo daño a la lengua o causándole desgarros de sus tejidos blandos.

Los ganchos de cola no deben ser usados si queremos liberar el pez ya que por tener un cable que se cierra sobre la base de la cola, éste le causará heridas graves internas o externas al pez, imposibilitándolo para continuar con su vida normal.

El uso de redes o nasas deberá ser limitado estrictamente a los casos en que sea imposible agarrar el pez por la cola o con un gancho de labio, como cuando la borda del bote es muy alta. En estos casos la red deberá ser de tejido pequeño y recubierta de un material blando flexible y no abrasivo, y el pez deberá permanecer el menor tiempo posible dentro de ella por el efecto de la red en la mucosidad y en las escamas, y por el riesgo que esta práctica trae para los ojos y las aletas del pez.

Si vamos a medir el pez sobre una superficie, procuremos que ésta sea lo más lisa y plana posible, que esté fría o al menos no caliente por el sol, y antes de poner el pez, mojémosla lo suficiente con la misma agua de donde lo sacamos. Tengamos ahí el pez el tiempo justo para comprobar su medida, y procedamos rápidamente a su liberación.

La extracción del anzuelo se deberá hacer de la forma más rápida y tratando de hacerle el menor daño posible al pez. Para esto son necesarias las pinzas de punta delgada. Una ayuda grande para este proceso, que inclusive a veces lo hace innecesario, es el hecho de usar anzuelos sin barba o “muerte”, ya que éstos se desprenden de los tejidos del pez con mucha mayor facilidad que los anzuelos con barba.

Una buena técnica para quitarle el anzuelo de la boca al pez y mantenerlo inmovilizado consiste en voltearlo boca arriba. Si le damos la vuelta y lo sostenemos con la mano previamente humedecida por el lomo, el pez se desorienta y se queda quieto en la mayoría de los casos, lo cual nos permitirá extraerle, en un tiempo mucho menor del usual, el anzuelo sin que salte o se sacuda bruscamente. Si dominamos esta práctica evitaremos manipular en exceso el pez fuera del agua y habrá menos riesgos de causarle daños por apretarlo para poderlo controlar o por golpes ante una eventual caída de nuestras manos.

Cuando ya hayamos hecho lo que teníamos que hacer con el pez fuera del agua, en el menor tiempo posible y con todos los cuidados necesarios, procedamos sin demora a meterlo nuevamente en el agua para liberarlo.

Debemos ser conscientes de que un pez puede morir algunas horas después de haber sido liberado si ha pasado mucho tiempo fuera del agua, si ha sufrido golpes durante la pelea o mientras lo tenemos fuera de su entorno, por el agotamiento y el estrés de una pelea larga, o por haber sido manipulado de manera incorrecta.

LA PRÁCTICA DE LA PELEA

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“Recuerden que un pez muerto flota río abajo, y sólo uno muy vivo y fuerte peleará río arriba”.
~ W.C. Fields
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Hay un momento que no podemos predecir con certeza, un instante que materializa nuestros sueños y que nos hará sentir que toda nuestra pasión de pescadores estalla. Nos hemos preparado mucho tiempo para ese segundo, ya llegamos al mejor sitio del río que escogimos y nuestra línea está en el agua, solo falta lo mejor: ¡El pique!

EL REMATE

El momento más importante para el pescador. Ese clímax de un instante por el cual hacemos todo lo que hacemos, es EL PIQUE, cuando el pez muerde nuestra carnada. Ahí se descarga toda la adrenalina. Y si somos algo experimentados y estamos en buena conexión con ese momento, de manera casi automática lo rematamos.

El remate es la reacción instantánea que tenemos de tensionar la línea en el momento en que sentimos el pique para enganchar al pez con el anzuelo. Este es el primer contacto que tenemos con ese pez, y hace parte de una corta relación que queremos culminar con su devolución al agua en las mejores condiciones posibles.

Con esa premisa en mente, pensemos cuál es la mejor manera de enganchar al pez. En ese momento no es mucho el campo de juego que tenemos, sólo aplica la fuerza que ejerzamos. La fuerza del remate debe ser directamente relativa al tamaño y la fuerza del pez.

Un remate muy fuerte a una trucha pequeña de seguridad le hará mucho daño en la mandíbula. Un remate con poca decisión ante el pique de un pez grande hará que el señuelo se suelte de su boca y se le entierre en una agalla o en un ojo, y no queremos eso. Pensemos en la fuerza del remate antes de empezar a enganchar peces en un sitio determinado, qué peces pueden picar, qué tan grandes, etc., y eso determinará que empecemos de una buena manera nuestra experiencia de pesca de ese día.

Para los peces de boca blanda o con buena cantidad de tejido blando en la boca, un remate seco y rápido será suficiente para enganchar al pez en un sólo punto de su boca hasta que lo soltemos.

Un remate largo y sostenido por algunos segundos es muy útil en los peces de boca grande para que en los primeros movimientos que haga para deshacerse del anzuelo no lo bote y en cambio sí quede asegurado.

Con peces de boca dura y de estructura ósea expuesta (Con poco tejido blando), un remate fuerte y seco lo enganchará si el anzuelo está en un punto de la boca en que pueda penetrar. Si está en un punto muy duro o entre los dientes, ningún tipo de remate hará bien el trabajo.

Algunos pescadores rematan suavemente al momento del pique y después hacen un remate fuerte en tres o cuatro golpes. Esto le hace mucho daño a los tejidos de la boca del pez porque le clava el anzuelo en varios puntos de apoyo.

Pero es muy importante que pensemos en que HAY QUE REMATAR luego del pique, por el bien del pez. Un pique sin remate tiene dos consecuencias claras: Que al pez no le clave el anzuelo y se escape, o que el pez se trague el anzuelo y se le clave en el esófago o en el estomago y le toque matarlo al pescador.

1. Hay que rematar cuando pica el pez porque de no hacerlo se nos escapa (Y lo que queremos es pescar!) o lo ponemos en un serio riesgo para su vida (Cosa que tampoco queremos).
2. Hay que rematarlo de la mejor manera, y eso depende de nosotros.

LA PELEA

Una pelea corta será mucho más benéfica para el pez y para sus expectativas de vida que una larga en la que se agote, sobre todo si hemos enganchado un pez de una especie de gran consumo de oxígeno, como una trucha, una payara o un atún. Este es uno de los principales motivos por los cuales los buenos pescadores debemos usar líneas fuertes y resistentes, para no exceder el tiempo normal de una pelea con un pez.

Cualquier pelea significará para el pez que está enganchado al anzuelo un esfuerzo mucho mayor que cualquiera de los que pueda tener en su vida normal, labores que se limitan usualmente a persecuciones cortas para cazar una presa o para escaparse de un predador mayor. No abusemos de las capacidades físicas del pez, ya tenemos suficientes emociones con una pelea corta e intensa como para prolongarla con gran riesgo para nuestro amigo que la hace posible. Pensemos en una actividad que nos podría agotar a nosotros, como si fuéramos boxeadores. Una pelea de boxeo dura, en tiempo “peleado”, de 30 a 36 minutos, una dura prueba para el boxeador aunque pasa mucho tiempo midiendo al adversario sobre el ring. Si tenemos en cuenta que una pelea callejera, por compararla con algo real, no dura más de 5 minutos, una pelea de boxeo dura mucho tiempo. Eso sería el símil con una pelea corta para un pez enganchado. Pero, si las autoridades de la AMB decidieran que las peleas deben durar 40 asaltos, es decir un tiempo real de 2 horas, imaginémonos cómo acabarían los pobres boxeadores, si es que terminan vivos una pelea de esas. Eso es aplicable a una pelea larga con un pez, lo matamos.

“La pelea le causa al pez un nivel de agotamiento físico muy superior al que antes haya experimentado, además de grandes niveles de estrés que afectan el normal funcionamiento de sus sistemas vitales y le puede causar la muerte.”

Los peces, como algunos otros animales, experimentan el estrés como una reacción ante situaciones de alto peligro que no están contempladas en su comportamiento habitual. El hecho de estar agarrado a una línea que lo arrastra hacia donde no quiere estar, le genera a un pez suficiente estrés como para generar una reacción violenta en su organismo que puede terminar en un paro cardiorespiratorio. Pensemos en el agotamiento y en el estrés que le estamos causando al pez cuando lo tengamos enganchado, y proporcionémosle un tiempo de pelea justo. El mismo pez, con su sabiduría natural nos mostrará cuándo se está cansando y nos deja traerlo con más facilidad a nuestro lado, ese es el momento de liberarlo.

No debemos exagerar en jalar muy duro al pez, la fuerza que hagamos con la caña será proporcional a su especie y tamaño. Un pez pequeño o con boca carnosa sufrirá desgarros y otras heridas si lo tratamos de manera muy fuerte.

Tampoco debemos traer al pez arrastrado o remolcado por la superficie. Hemos visto que cuando esto sucede el pez viene con la boca abierta, y cuando lo traemos de esa manera le estamos obligando a que trague agua innecesariamente. Los peces ingieren agua en pequeñas cantidades para mantener sus niveles de hidratación, si alteramos los niveles de esa ingesta estaremos contribuyendo a que el pez se deshidrate por exceso de líquidos en su sistema digestivo.

Debemos tener cuidado cuando peleamos un pez que está tratando de refugiarse al amparo de ramas sumergidas o de piedras, ya que en su exaltación se podrá golpear o cortar con alguna superficie. En nuestra experiencia hemos vivido momentos de tensión cuando el pez que tenemos enganchado se dirige hacia una “palera”, y ya sabemos qué hacer para que no se meta en los palos (lo “quebramos”, cambiamos la dirección de la caña con un tirón suave y firme hacia un costado). Lo hemos hecho con el fin de que no se enrede y lo perdamos. Ahora tenemos un nuevo argumento para hacerlo, que no se hiera contra los bordes cortantes y así podamos devolverlo en buenas condiciones.

Algunas veces habremos leído o escuchado de pescadores con experiencia sobre una práctica de la pelea limpia con el pez que consiste en no llevarlo a aguas pandas ya que le estaríamos quitando la posibilidad de pelear de una manera justa. Esto está muy bien en un criterio de “deportividad” y juego limpio, y también está muy bien como criterio conservacionista ya que si llevamos al pez a fondos pedregosos o pandos, lo estaremos obligando a golpearse y rasparse contra el fondo con las nefastas consecuencias que esto le trae al pez para seguir viviendo de forma normal. Por deporte y por conciencia, no llevar al pez a aguas bajas es una muy buena práctica para nosotros que somos pescadores deportivos.


1. HAY QUE REMATAR
2. REMATAR SIN EXAGERAR
3. EFECTUAR UNA PELEA CORTA
4. NO JALAR AL PEZ BRUSCAMENTE
5. NO REMOLCARLO
6. EVITAR QUE SE META A PALERAS
7. NO LLEVARLO A AGUAS BAJAS

La meta que debemos tener en mente durante la pelea es que cuando el pez llegue a nuestro lado, lo haga cansado pero en las mejores condiciones posibles.

EL EQUIPO DE PESCA DEL BUEN PESCADOR

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“Mi mayor preocupación es que mi esposa (Cuando yo muera) venda todo mi equipo de pesca por lo que yo le he dicho que me ha costado”.
~ Koos Brandt
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Para ser buenos pescadores tenemos que pescar de manera inteligente. Ya vimos que la forma más inteligente de pescar consiste en que lo que hagamos tienda a afectar en lo mínimo el medio ambiente, a lograr todo lo que podamos para que los factores nocivos cesen de destruir los lugares de pesca, y en devolver al agua los peces que capturamos en el mejor estado posible.

No importa qué modalidad de pesca deportiva nos guste más, si pesco con carnada natural en anzuelo, con señuelos rígidos o de plástico flexible (Silicona) o si pesco con mosca, cualquier forma de hacerlo está bien si lo hacemos en respeto del medio ambiente y del pez. Cualquier modalidad de pesca deportiva que practique me matricula como pescador deportivo, y la que yo prefiera no me hace mejor o peor pescador. Mi nivel dependerá de mis habilidades, de mis conocimientos, de mi experiencia y de mi ética al pescar.

Para ser un buen pescador tampoco importa qué tanto dinero le invierta a mi equipo de pesca. No me hace mejor pescador el hecho de tener equipos costosos o grandes cantidades de cañas y carretes, o cientos de señuelos. Sólo necesito que el equipo que tenga sea de buena calidad para que me asegure una experiencia de pesca placentera, ya que nada puede haber más frustrante que perder una buena captura o un buen día de pesca por un equipo que se rompió debido a que era de mala calidad o porque estaba en malas condiciones de mantenimiento. Para ser buenos pescadores debemos tener un equipo de buena calidad y en buenas condiciones, no importa qué tantas cosas o qué tan costosas.

Es común ver que en la medida en que los pescadores vamos adquiriendo más experiencia y nos sentimos cada vez más “expertos”, vamos pasándonos a equipos más livianos, ya que los consideramos más deportivos, y a nosotros mismos nos consideramos mejores pescadores en capacidad de pelear un buen pez con una línea delgada y una caña ligera. Confrontemos esta idea un poco, ya que podemos estar mal enfocados y nos podemos pasar al rango de “malos pescadores” sin saberlo.

En primer lugar debemos ver que un buen pescador que pesca con un equipo más pesado o fuerte para determinado tipo de peces, no es un mal pescador. Sólo es eso, un buen pescador con un equipo más fuerte. Así de sencillo. Por otro lado pensemos que un equipo ligero, que normalmente se traduce en una línea más delgada – y por lo tanto de menor resistencia – es mucho más propenso a romperse por la acción del pez o por otros factores que se involucran en la pesca como ramas, algas, piedras, etc. Así seamos los mejores pescadores del mundo, si pescamos con una línea muy ligera para el pez que buscamos (por ejemplo, una línea de 4 libras para pescar truchas en lagos, o una línea de 8 libras para pescar pavones), estaremos aumentando las probabilidades de que el pez reviente la línea al pasar por una piedra y que se escape con un señuelo enredado en la boca del que cuelgan 20 metros de línea que tarde o temprano acabará inmovilizando al pez en una planta y matándolo, cuando no sea que esa línea termine enredada en las patas de un ave pescadora, matándola también. Estamos de acuerdo que en ese caso pasamos de creernos excelentes pescadores a ser en la realidad malos pescadores. Pero el tema del equipo ligero tiene un fondo más profundo.

Si yo voy a pescar con un equipo demasiado liviano para el tipo de pez que busco, me estaré sometiendo a una prueba difícil como pescador y a la vez estaré sometiendo al propio pez a una prueba más difícil aún para la conservación de su vida. Miremos un ejemplo, si voy a pescar payaras con una línea de 10 libras en vez de una de 20 libras – considerada el estándar para esa pesca – la pelea con el pez se extenderá, de acuerdo con el cálculo matemático de probabilidades, entre dos y cinco veces su duración normal, y con eso el pez tendrá de dos a cinco veces más posibilidades de agotar sus reservas mínimas de energía para vivir, más riesgos de enredarse con la línea y de ocasionarse daños serios en escamas, aletas o branquias, muchas más posibilidades de hacerse más daño con los otros anzuelos del señuelo en ojos, agallas o en la lengua, más ocasiones para que otros peces, como pirañas u otras payaras, lo ataquen y le ocasionen daños irreversibles, más oportunidades de golpearse con piedras o palos, en general se multiplican los peligros para el pez de salir muerto o en muy malas condiciones de la pelea.

LÍNEAS DE PESCA

Una línea justa, o más fuerte aún, no nos quita lo buenos pescadores que somos, y sí le da al pez más probabilidades de volver en las mejores condiciones al agua para seguir viviendo, para reproducirse, y para crecer un tanto más y así darnos la esperanza de pescarlo más grande en el futuro.

La línea debe estar en buen estado para que el pez no la reviente. Debemos revisar nuestra línea de pesca cada vez que capturamos un pez, cada vez que se nos entorche o cada vez que se enrede en algo, sobretodo los últimos tres o cuatro metros que es donde tiene más posibilidades de haber sufrido algún daño que haga que por ahí se reviente y el pez se escape con el señuelo (o anzuelo) y unos metros de línea que lo harán enredarse luego.

NUDOS

Así tengamos una línea fuerte y en buen estado, si hacemos mal el nudo que la conecta con el aparejo terminal, el anzuelo o el señuelo, también estaremos incrementando las posibilidades de que el pez se escape con parte de nuestro equipo enredado en él. Los nudos son parte de las habilidades que tenemos que desarrollar los buenos pescadores, no nos contentemos con el que aprendimos de nuestros abuelos ya que este tema ha avanzado mucho de la mano con los nuevos materiales sintéticos para hacer los diferentes tipos de líneas. La resistencia de una línea viene dada para su estiramiento (Rotura por elongación), de modo que una línea de 6 libras de resistencia se reventará cuando tenga en un extremo un peso mayor a seis libras exactas, pero en el nudo las fuerzas de tensión y fricción cambian mucho respecto de las demás de la línea, y ahí es mucho más probable que la línea se reviente con tensiones producidas por pesos mucho menores. Un nudo corriente como el “clinch knot” tiene un índice de resistencia del 68%, eso quiere decir que si está hecho en una línea de 6 libras, la resistencia real de la línea se reduce a 4,08 libras. Investiguemos cuáles son los nudos más fuertes y aprendamos a hacerlos para que nos vaya bien en la pesca, para no perder anzuelos y señuelos, y para no dejar a un pez en condiciones en las que sea muy probable que muera con posterioridad.

ANZUELOS

El anzuelo es el instrumento que engancha al pez mediante la penetración de su punta en sus tejidos vivos. Aunque es la última parte de nuestro equipo que hace contacto con el pez, es la primera que debemos tener en cuenta para hacerle el menor daño posible a ese pez.

Los anzuelos que usemos no deberán ser excesivos en tamaño, grosor y forma de la punta, para el tipo de pez que buscamos capturar, ya que un anzuelo muy grande, grueso y fuerte en la boca de un pez pequeño le causará heridas desproporcionadas que le tomarán más tiempo en sanar con directas consecuencias negativas en su capacidad de alimentarse adecuadamente, además de aumentar las posibilidades de una infección que le pueda ocasionar la muerte. Por otra parte, anzuelos muy pequeños para el tipo de pez que buscamos, harán que se produzcan desgarros y heridas abiertas de mayores proporciones. Pensemos en el anzuelo justo para el pez que buscamos y así le damos más oportunidades de sobrevivir en buenas condiciones a la captura.

El tipo de anzuelo que usemos también es muy importante para que tengamos una buena pesca:

- Los anzuelos de pata larga tienden a causar heridas complejas durante la pelea con el pez en los tejidos en donde se han clavado, ya que al estar su punto de fuerza (En donde el anzuelo se conecta con la línea o el girador) más lejos del punto de anclaje (En donde está clavado el anzuelo), el anzuelo tendrá mucho más efecto de palanca hacia el lado en que la línea hace tensión en cada momento de la pelea. Pensemos en que nos clavamos el anzuelo de un señuelo en el dedo. Si ese anzuelo está pegado a un señuelo que pesa, sentiremos la tensión en sólo sentido y será doloroso, pero luego de poderlo extraer de nuestro dedo sólo quedará una herida pequeña con una trayectoria profunda, pero pequeña. Otra cosa es si en ese mismo señuelo que tenemos adherido al dedo está enganchado un pez retorciéndose y dando saltos para liberarse, lo que sin duda haría que el anzuelo entre nuestro dedo gire en varias direcciones de manera brusca, con lo cual ya tendríamos una herida muy fea y un dedo destrozado por dentro. Así funcionan las fuerzas en un anzuelo, de modo que si usamos anzuelos que se muevan lo menos posible en su punto de anclaje, le aseguraremos al pez una herida más limpia y fácil de sanar.

- Un anzuelo corto puede quedar dentro de la boca del pez y así la línea quedaría expuesta a los dientes con un gran riesgo de que se corte, cosa que haría que perdamos nuestra captura y que el pez se vaya con el anzuelo enterrado en su boca con las consecuencias negativas de no poderse alimentar y de tener un foco de infección potencial. Este inconveniente lo solucionamos si utilizamos un girador o un líder, que puede ser metálico o de nylon más grueso, con lo cual lograremos que la línea no esté expuesta al borde de la boca del pez.

- Los anzuelos que normalmente usamos, sean de cualquier longitud o curvatura, son los tradicionales anzuelos en “J”, que penetran los tejidos del pez en el punto exacto en donde la punta del anzuelo hace presión contra el tejido, y eso puede ser en la boca del pez, en sus agallas, en su esófago, en la lengua o por fuera de su boca, en una aleta, en un ojo o en la cola. El uso de estos anzuelos es menos nocivo cuando practicamos pesca de lanzado y recogida con señuelos o moscas, ya que en el momento del pique el pescador debe rematar y eso hace que el anzuelo quede clavado, casi en la mayoría de los casos, en las partes más externas de la boca del pez. Pero si hablamos de pesca con carnada natural a fondo, a la deriva o con flotador, veremos que el momento de rematar (Con un golpe seco o tirón a la caña) para que el anzuelo se clave, se hace normalmente unos segundos después de que sentimos que el pez tiene la carnada en su boca. En esos segundos el anzuelo ya puede ir a la altura de las agallas o por el esófago o el estómago del pez, lo cual hará que después sacar el anzuelo con poco daño para el pez sea virtualmente imposible. Para esto crearon los anzuelos en círculo (Circle hooks).

Los anzuelos en círculo que ya son norma obligatoria para la pesca de carreteo de marlines y atunes en los mares de Costa Rica, Panamá, Belice, las islas Azores y en algunas partes de Estados Unidos y México, tienen una característica interesante que consiste en que cuando el pez se traga la carnada y el pescador remata, el anzuelo no se entierra en cualquier parte sino que se desliza hasta el borde de la boca del pez, y por la simple acción de la fuerza de la línea, el anzuelo en círculo se clava en el borde mismo de la boca, en donde el pez generalmente tiene tejidos más duros y resistentes, y gracias a lo cual el enganche de ese anzuelo será muy poco dañino para el pez y nos facilitará mucho la labor de liberarlo. Nada dice que este tipo de anzuelos no pueda ser usado para atar moscas o para reemplazar los anzuelos triples de señuelos, sólo se requiere del desarrollo de nuevas habilidades de parte del pescador. Pensemos en que son una excelente práctica para ser buenos pescadores cuando pescamos con carnada natural a fondo, a la deriva o con flotador, y que podemos usarlos en las modalidades de pesca de lanzado y recogida haciéndonos así pescadores más especializados y profesionales.

- Los anzuelos triples - o dobles, o cuádruples – nos imponen un par de reflexiones adicionales. Para empezar, no son la mejor opción para tener el pez enganchado durante la pelea, ya que al tener tres extremos terminales contrapuestos, cada movimiento del pez o cada tensión de la línea harán que se generen palancas que tienden a sacar de su sitio la punta que está clavada. Todos somos conscientes de que un pez enganchado con un anzuelo simple tiene muchas más posibilidades de ser tocado por el pescador que uno que está clavado por un anzuelo triple. De otra parte los anzuelos triples con seguridad van a ocasionar heridas y escoriaciones adicionales al pez durante la pelea, un sufrimiento adicional y un riesgo innecesario para nuestra buena pesca. Hemos visto lo difícil que es desenganchar un pez que tiene dos o tres puntas de un anzuelo triple clavadas en la boca. Pensemos en cuánto podemos reemplazar los anzuelos triples de nuestros señuelos por anzuelos sencillos, de una sóla punta. Esto sería una práctica que le haría mucho bien a los peces que capturamos y liberamos para que continúen viviendo, creciendo, engordándose y reproduciéndose de manera normal, para que sigan poblando las aguas que pescamos y nos sigan proporcionando una buena pesca.

Anzuelos oxidados o deteriorados son la causa de que muchos peces mueran por infecciones o por el efecto de pedazos de esos anzuelos que les quedan enterrados debido a que se han partido durante la pelea. Pensemos en utilizar anzuelos en buenas condiciones para hacer una buena pesca en la que aseguremos las capturas y en la que le garanticemos menores riesgos a los peces.

Para el caso en que el pez se escape con el anzuelo enterrado, hay pescadores que afirman que es mejor que el anzuelo sea de acero corriente recubierto en bronce, como los que conocemos para agua dulce, ya que, según ellos, ese anzuelo se oxidará y se deteriorará más rápido que si fuera uno de acero inoxidable, debido a lo cual terminará por caerse más pronto del pez, librándolo así de ese factor de riesgo. Apelan a las defensas del organismo del pez para esto. Los otros que han tocado el tema, aseguran que es mejor el uso de anzuelos en acero inoxidable ya que el anzuelo se caerá del pez por su simple movimiento y por la inflamación del tejido que circunda al objeto extraño que terminará por expulsarlo, y que esto es preferible a un anzuelo oxidado que se expande y llena la herida de partículas a las que se adhieren las bacterias que podrían terminar causándole al pez una muerte por infección. Al parecer no hay estudios científicos que respalden con hechos una u otra teoría, debido a lo cual es mejor que utilicemos equipos y líneas fuertes, que hagamos buenos nudos y que peleemos de la mejor manera el pez para que no tenga muchas oportunidades de reventar la línea y marcharse con un anzuelo enterrado en la boca, algo que lo sentenciaría a morir o a tener una vida en clara desventaja respecto de la competencia por la comida y por la procreación, y algo que ya no estará en nuestras manos desafortunadamente, así se trate de anzuelos recubiertos en bronce o cromo, o de anzuelos en acero inoxidable.

ANZUELOS SIN BARBA


La barba, rebaba o “muerte” del anzuelo es un corte diagonal en la base de la punta del anzuelo que crea una pestaña o levantamiento en dirección contraria y que sirve para que el anzuelo no se salga del lugar donde se clavó si la línea de pesca deja de tener tensión.

La justificación de esta característica del anzuelo tiene que ver más con la pesca para matar al pez que con la pesca deportiva, poco tiene en cuenta el daño que se le inflija al pez o el sufrimiento que le cause. En la práctica, si pescáramos para matar los peces, es muy probable que lo hiciéramos de una manera que fuera más productiva y que nos requiriera menos esfuerzo, total no estaríamos pescando para divertirnos ni para evolucionar como mejores seres humanos, y utilizaríamos líneas con uno o muchos anzuelos que dejaríamos por horas amarradas a la orilla de modo que los peces que se engancharan al anzuelo deberían quedar atrapados sin que del otro lado de la línea se les estuviera generando alguna oposición, hasta que volviéramos a recoger las líneas. Para una pesca de estas características sería útil la barba o “muerte” del anzuelo.

Pero como somos pescadores deportivos, vamos a estar muy pendientes del pique del pez, lo vamos a rematar y lo vamos a traer mediante la recogida de la línea con nuestro carrete, siempre manteniendo tensionada la línea ya que el pez se escapa durante la pelea la mayoría de las veces cuando se destiempla la línea y el anzuelo se sale de su posición. Una cosa nos debe quedar clara:

SI MANTENEMOS LA LÍNEA TENSIONADA, EL ANZUELO NO SE SALDRÁ DE DONDE ESTÁ CLAVADO.

Esto quiere decir que si somos pescadores deportivos no necesitamos esa “ayuda” especial que nos puede dar la barba o “muerte” del anzuelo. Con el hecho de desarrollar nuestras habilidades un poco más y de ser lo suficientemente sensibles durante la pelea para que la línea no se destiemple, el pez no tendrá razones para soltarse. No es fácil renunciar a esta ayuda extra; puedo decir que a mí me ha costado trabajo dejarla a un lado, pero cuando comprobamos, de pronto no al principio, que seguimos capturando los mismos peces con anzuelos con barba o sin ella, le quitaremos la barba a nuestros anzuelos cada vez que vayamos a utilizar uno nuevo. Para hacerlo sólo se requiere de unas pinzas fuertes que nos permitan aplastar la barba y dejar la punta sin pestañas que la traben en los tejidos del pez.

Los anzuelos sin barba son muy fáciles de quitar del pez, muchas veces se caen solos cuando ya tenemos al pez en nuestras manos. Si utilizamos anzuelos sin barba o “muerte” contribuimos en gran medida a que el pez pueda vivir y desarrollarse bien sede el momento en que lo liberamos.

De otra parte, los anzuelos con barba son un peligro mayor para nosotros cuando ocurre un accidente y nos enterramos el anzuelo. Para sacar un anzuelo sin barba de un dedo o una mano, basta con jalar de éste y se acabó el problema. Cuando tienen barba es necesario aplicar procedimientos más complejos como la técnica de la cuerda si no se ha enterrado mucho, o continuar la trayectoria del anzuelo entre nuestra carne, vasos sanguíneos, tendones y nervios, hasta que salga por otro lado, para así poder cortar la punta del anzuelo, que tiene la barba y no permite que se devuelva. Esto será posible sólo si tenemos un cortafríos fuerte a la mano, porque si no ya el asunto se va para un hospital, y se acabó esa pesca sólo por no quitarle la muerte al anzuelo.

Debemos anotar en este momento que no todos los buenos pescadores, es decir, los que están a favor de mantener la pesca hacia el futuro, están de acuerdo con el tema de aplanar la barba o “muerte” del anzuelo. Una corriente minoritaria sostiene que un anzuelo con barba se quedará siempre en el mismo lugar y que un anzuelo sin barba tenderá a moverse dentro del punto en donde está clavado y con eso le causará heridas internas al pez en el punto en donde está enterrado. Esto es un tema bastante complejo que deberá ser estudiado de una manera científica ya que son muchos los factores que pueden influir, como el tamaño y la forma del anzuelo, el tipo de pez y la morfología de su boca, la pelea en particular, la forma de pelear al pez del pescador, etc., variables que pueden hacer que esa teoría sea digna de ser considerada o no. Personalmente creo que si yo le destiemplo la línea al pez durante la pelea, el anzuelo se va a mover dentro del agujero inicial en los tejidos así tenga o no tenga barba. De todas maneras veamos que cuando sacamos un anzuelo con barba de la boca del pez, el agujero de salida es grande e irregular, y de él brota más sangre, eso nos muestra que el sólo hecho de sacar un anzuelo con barba ya le causa un daño innecesario al pez. Soy del criterio de que se le hace más daño al pez con anzuelos con barba que con anzuelos sin ella.

SEÑUELOS

Los hay rígidos, articulados, de plástico, de madera, de silicona, grandes, pequeños y medianos, largos, metálicos, cortos, gruesos, de superficie, de profundidad y de media agua, brillantes, de colores fluorescentes, hechos a mano o en serie, artesanales, de colección, con cascabeles, con chips electrónicos, de peso movible, bonitos, feos y repugnantes, de colores atractivos, nuevos, de segunda mano, sucios o limpios, olorosos, japoneses, europeos o chinos, de acción ondulante o vibradora, y mil clasificaciones más. Todos y cada uno de ellos tienen una razón de haber sido inventados y unas fortalezas para capturar peces, eso no lo discutiremos ahora. Como buenos pescadores nos interesa usar, además de los que más peces atraigan, los que menos daño le causen al pez. Cualquiera de esos tipos de señuelo será bueno si lo usamos de manera que no dañe los peces.

Un señuelo maltrata más al pez mientras más anzuelos tenga, lo demás no tiene porqué hacerle daño. Debemos ser conscientes de que sólo se necesita un anzuelo sencillo para capturar un pez, de modo que lo que pase de ahí, sobra. Recordemos que casi siempre que hemos usado señuelos con tres anzuelos triples, el pez que capturamos sale clavado de un ojo o de las agallas, y eso es algo que no queremos si estamos pensando en que ese pez debe sobrevivir en buen estado para que no se altere el ecosistema en donde vive y para que lo podamos sacar más grande en un futuro. Podemos hacer una de estas cosas, de menos a más útil, con cada señuelo:

1. Quitarle el anzuelo triple de la mitad (Cuando tiene tres).
2. Dejarle un solo anzuelo triple, bien sea el de atrás o el de adelante de acuerdo con el señuelo y el tipo de pez que buscamos.
3. Quitarle la barba o “muerte” al anzuelo triple que le dejamos.
4. Cambiarle el anzuelo triple por uno sencillo.
5. Quitarle la barba o “muerte” al anzuelo sencillo que le dejamos.
6. Cambiarle el anzuelo sencillo por uno en círculo (Circle hook).

Pescar de una manera que sea más justa con el pez nos hará mejores pescadores, más hábiles, experimentados y sabios.

Ahora bien, si pensamos en que el pez nos puede reventar la línea y escaparse con el señuelo pegado a la boca, estaríamos haciendo una apuesta muy pareja entre dos posibilidades: Que por el peso del señuelo y por las sacudidas que naturalmente dará el pez para liberarse aquel acabará por caerse, o que el pez finalmente se quede enredado en una planta o en una rama de un árbol sumergido. En cualquiera de los dos casos, mientras menos anzuelos tenga el señuelo, y mientras esos anzuelos tengan la rebaba o “muerte” aplanada, el pez estará multiplicando sus probabilidades de sobrevivir.

APAREJOS TERMINALES

Cuando usemos giradores o líderes para conectar la línea con el señuelo o el anzuelo deberemos ser especialmente cuidadosos con la calidad del nudo que hemos hecho. Ya vimos las consecuencias cuando un pez se va con el anzuelo enterrado, ahora pensemos si ese anzuelo o señuelo lleva consigo un girador o un líder metálico que queda colgando de la boca del pez. Se estará duplicando el riesgo para la vida de ese pez, ya que no podrá cazar ni comer libremente, y eso en un medio altamente competitivo como un río o una laguna, puede ser un factor determinante para que el pez muera al poco tiempo, eso si no se queda enredado en alguna rama. Este es un argumento más para que usemos líneas fuertes que el pez no pueda reventar.

Otra cosa son los plomos o plomadas que usamos para hundir la carnada. Usualmente están hechos de plomo, un elemento químico altamente tóxico que puede, mediante la exposición prolongada, producir mutaciones en las células (cáncer) de los peces y de los demás seres vivos que habitan o frecuentan ese cuerpo de agua, incluidos nosotros como pescadores. Procuremos utilizar plomadas de otros materiales, o tuercas y tornillos de acero adheridos con una cuerdita a la línea. Un peso o plomada es uno de los mayores riesgos para que la línea se rompa, ya que van atados o se deslizan sobre ésta, con lo cual la deterioran muy rápido sin que nos demos cuenta. La mejor opción es atar el peso o plomada mediante un pedazo de línea atado con un buen nudo a nuestra línea de pesca, o al girador o líder metálico.

PINZAS

Unas buenas pinzas de nariz delgada es todo el equipo necesario (Y hasta casi obligatorio) para la práctica de la modalidad de “Capture y Libere”. Las necesitaremos para coger firmemente el anzuelo que tiene clavado el pez en la boca y poder manipularlo con cuidado hasta liberarlo. Si las pinzas son muy grandes, o si su punta es muy gruesa, no podremos agarrar bien el anzuelo o no podremos moverlo para donde corresponda para que se suelte. Unas pinzas muy frágiles también nos dificultarán el proceso.

OTRAS “AYUDAS”

Para liberar los peces que capturamos encontraremos algunos equipos que parecen ser útiles para este fin, como “nasas” o redes con mango, ganchos para agarrar los peces por el labio, guantes, etc. Algunos nos servirán si sabemos cómo utilizarlos de forma que no le causemos daño al pez, como los ganchos para el labio. Otros nos podrán servir en algunos casos determinados, como las nasas. Pero definitivamente hay unos con los que le causaremos mucho daño al pez sin saberlo, como los guantes o los ganchos de cola. Más adelante cuando tratemos las técnicas para liberar correctamente los peces, veremos porqué no debemos usar algunas de estas “ayudas” y cómo debemos usar otras para liberar al pez en buen estado.

PLACER CON COMPROMISO

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“Con la captura termina el placer de la persecución”
~ Abraham Lincoln
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Para terminar con todas estas ideas que nos sirven de base para que estemos seguros de aplicar las técnicas que nos hacen buenos pescadores, toquemos el tema de la pasión por la pesca en la parte más profunda de nuestros corazones. Esa pasión se alimenta de sensaciones y a la vez nos genera nuevas formas de gozo que la refuerzan.

La pesca es la suma de muchos placeres. El placer de estar en la naturaleza, el placer de desconectarnos de la cotidianidad, el placer de pasar un día o unos días con amigos, el placer de vivir al ritmo que queramos, el placer de aprender lo que nos gusta, el placer de aplicar esos conocimientos en la práctica, y muchos más, son algo que va atado a nuestra afición, una parte muy importante para que nos dediquemos con pasión por la pesca deportiva.

La pesca deportiva en su esencia es hedonismo, puro placer, cero dolor y sufrimiento, goce, realización mediante experiencias gratificantes.

Y dentro de esos múltiples placeres encontramos uno especial. Tanto así que si le preguntamos a cualquier pescador deportivo cuál es el mayor placer de la pesca, sin dudarlo dirá que el pique y la pelea. El placer que le genera la pelea con el pez al pescador es un placer bien particular. Al contrario de otros placeres que van in crescendo hasta un clímax, una pelea con un pez arranca con una explosión en el apogeo de las emociones con el pique. Un placer a altísimo nivel que nos regala el pez por anticipado y que se va diluyendo en la medida en que el pez se acerca a nosotros.

De pronto los saltos del pez o algunas carreras vuelven a generar esa sensación de placer, pero cada vez en menor medida. Vuelve a haber un cosquilleo en el estomago cuando lo vemos por primera vez saliendo de la oscuridad de las aguas. Cuando el pez está en nuestras manos, nos tomamos la foto, eventualmente lo pesamos, y ya ha terminado la experiencia. Quedamos contentos, pero ya pasó y quedan los recuerdos, comentarios y fotografías.

El pez ya cumplió con nosotros, nos dio lo mejor que esperábamos de la pesca, de modo que nosotros debemos cumplirle nuestra parte de ese compromiso natural, liberándolo.

“En el lenguaje del pescador, las palabras pique y jalón significan el clímax más deseable; sacar un pez del agua es puro anti clímax”
~by Vincent C. Marinaro-1950~.

¿No se cae de cabeza de lo puro lógico? ¿Quién va a querer acabar con lo que le otorga placer? Así como no mandamos matar al Chef que nos dio una comida excelente, no tenemos porqué matar el pez que nos dio el placer de capturarlo y pelearlo. Al restaurante volveremos después de una comida que nos encantó, no hay duda. De la misma manera queremos volver a ese pozo del río en donde ese pez nos dio una pelea memorable.

Libérelo, por puro placer!

¿CÓMO ESTAMOS PESCANDO?

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“Ninguna vida será tan satisfactoria y placentera como la vida de un buen pescador”
~ Izaak Walton – The Compleat Angler - 1653
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Ya está claro que somos pescadores deportivos, y que la justificación ética, conservacionista y hasta política para realizar un deporte con animales en el que éstos sufren y los ponemos en riesgo, se encuentra en el bien que le hagamos al medio ambiente y a los ecosistemas acuícolas que frecuentamos mediante nuestro compromiso para que esos ecosistemas se vean afectados en mínima medida por los usuarios legítimos (dentro de los que nos incluimos) y para que los enemigos de esos lugares no los dañen más (pescadores comerciales, basureros, vertederos, cazadores, etc.).

También parece estar muy claro que mientras menos afectemos el medio acuícola y los peces, de una manera mejor estaremos haciendo las cosas.

Nuestro compromiso como buenos pescadores deportivos se yergue sobre tres pilares fundamentales:

- Afectar en lo mínimo el medio ambiente que conforma el cuerpo de agua en que pescamos y sus alrededores.

- Hacer todo lo que podamos para que los factores de destrucción de ese hábitat cesen por completo.

- Devolver al agua los peces que capturamos en el mejor estado posible.

Los dos primeros puntos tienen un tinte ambientalista. El primero se trata de estar atento y ejercer el sentido común para saber cómo podemos afectar menos el ecosistema. Sabemos que los motores de dos tiempos contaminan diez veces más que los de cuatro tiempos, entonces nos queda fácil saber que tenemos que pescar en botes con motores de cuatro tiempos. Sabemos que las líneas de pesca que han sido botadas al agua matan las aves, tortugas y mamíferos, entonces no vamos a botar las líneas de pesca viejas al agua, más bien las guardamos y las botamos a la basura en nuestra casa. El segundo punto tiene que ver con acciones mucho más complejas de corte social y político. Normalmente las condiciones legales ya están dadas y se trata de una simple denuncia cuando vemos un factor de deterioro en marcha. En algunos casos deberemos actuar con extrema cautela, no se trata de que se ponga en riesgo nuestra seguridad o nuestra propia vida. Pero cautela no significa hacernos los de la vista gorda. Si yo veo a diez botes con gente echando redes en un río, no se los voy a impedir yo solo, pero sí puedo alertar a la policía o a quien haga sus veces antes de que causen todo el daño. Respecto de este segundo punto hay algo muy importante que es la educación de los habitantes cercanos al medio en que pescamos. Esa es otra función de nuestro compromiso que trataremos más adelante.

Ya vimos por qué debemos devolver los peces que capturamos, ahora hagámonos la pregunta que más nos ayuda a entender una situación y a proyectar cualquier respuesta:¿Para qué? ¿Para qué devolver al agua los peces en el mejor estado posible?

Para que sigan viviendo como lo hacían, y eso quiere decir con sus aletas completas, con los dos ojos, sin deterioro en su sistema respiratorio (branquias), sin anzuelos o pedazos de anzuelo enterrados, y con sus escamas en buen estado. Para que se reproduzcan, para que transmitan sus genes y nos den más peces para el futuro. Para que mantengan el ecosistema al continuar en su punto de la cadena alimenticia. Para que cumplan su papel en el equilibrio del planeta.

Otro punto de vista nos dice que los debemos liberar en el mejor estado posible para pescarlos más grandes dentro de un año. Para que procreen más peces que pescaré en el futuro. Para asegurar que dentro de unos años yo pueda seguir pescando en es sitio. Para que mis hijos y mis nietos y bisnietos puedan pescar en el mañana.

Diríamos que somos pescadores más deportivos en la medida en que menos afectemos al pez que devolvemos al agua. Mientras pesquemos para divertirnos y no para subsistir o para vender el fruto de nuestras pescas, seremos pescadores deportivos, no hay duda, pero es cierto que podemos ser mejores pescadores deportivos, es decir, más deportivos, si lo hacemos con el menor daño al pez.

En la medida en que la modalidad de pesca que practicamos requiera de mayores conocimientos, de mayores destrezas y de mayor esfuerzo, la pesca será más deportiva, y en consecuencia le haremos menor daño al pez.

La complejidad de la modalidad de pesca que realicemos va en directa proporción con el nivel de integridad del pez que liberamos.

(flecha roja: pescador más deportivo)

Pensemos en un pescador con mosca. El tipo vadea el río con cuidado de no levantar el lecho en una nube de barro, y después de analizar el estado del agua, la estructura interna del río, de pensar qué estarán comiendo los peces en ese momento, le pone a su línea una mosca hecha sobre un anzuelo pequeño que lanza al punto exacto gracias a unas destrezas que lleva años aprendiendo. Cuando pica el pez, este pescador con mosca siente el pique en sus dedos y trae el pez jalando con su mano la línea con cuidado de no reventarla y de no romper su equipo. Cuando el pez está cerca, toma su nasa (red) de fibra fina recubierta de caucho, y con cuidado mete al pez dentro de ella sin sacarlo del agua. Con unas pinzas de cirugía le saca de la boca el anzuelo al pez que sigue dentro de la red en el agua. Si va con un compañero y el pez es grande, lo saca del agua y lo sostiene con cuidado por la cola y la barriga para tomarse una foto rápidamente y lo devuelve al agua lo más pronto posible, moviéndolo hacia atrás y hacia delante agarrado por la cola para que se reanime, y cuando el pez muestra señas de quererse liberar, lo deja ir. Ese pez no sufrió mayores daños y puede seguirse alimentando inmediatamente. ¡Ojala viéramos esto todas las veces que se captura un pez!

Es cierto y no lo niego: Mientras más especializada y compleja sea la modalidad de pesca, es más difícil capturar peces. Pero hace parte de la esencia de los deportes, como el hándicap de los golfistas, o como las ligas de fútbol. Si queremos ser cada vez mejores en nuestro deporte, cada vez aprenderemos más, cada vez nos impondremos un nivel superior de exigencia, cada vez lo haremos mejor y cada vez haremos que el reto sea mayor. Nadie nos dice que no podemos quedarnos cuarenta años pescando con lombriz en una lagunita, pero eso es como pasarse los mismos cuarenta años dándole veintiséis golpes por hoyo a una bola de golf; de pronto no tiene mucho sentido.

“La diferencia entre los mosqueadores y los lombriceros es la calidad de sus excusas”
~Autor Anónimo~.

Otra cosa cierta es que la pesca deportiva conlleva un disfrute extra por la naturaleza y la paz que nos da, y eso se puede volver más importante que el hecho de capturar peces, tampoco lo niego y ni siquiera lo discuto, porque eso hace parte de mis motivaciones para ser pescador, pero también es cierto que no hay disculpa alguna para que no devolvamos los peces en el mejor estado posible, y eso trae de la mano el que, mientras más difícil sea no hacerle daño al pez debido a la modalidad de pesca que realizamos, más habilidades y conocimientos sobre la forma correcta de hacerlo debemos adoptar. Si pesco con lombriz porque lo que me gusta es pescar desde una orilla debajo de un árbol con un buen libro o echándome siestas, pues hombre, por lo menos puedo usar anzuelos circulares y adoptar otras prácticas diferentes de las usuales, para liberar los peces en el mejor estado posible.

Debo aclarar una cosa: La modalidad de pesca que practiquemos no nos hace mejores o peores pescadores. Es la forma de practicarla lo que nos califica. Un pescador con lombriz (Que podríamos decir que es la forma más básica de pesca deportiva) puede ser mucho mejor pescador que un pescador con mosca (Que podríamos catalogar como el estilo más especializado). Ser buen o mal pescador no tiene que ver con el estilo de pesca que hagamos, tiene que ver con le respeto por el medio ambiente y los demás, con el respeto por el pez, por lo que aporta como deportista y como persona, y por su honestidad y su rectitud. Esto es una perogrullada, pero muy cierto es que una buena persona es un buen pescador y una mala persona no podrá serlo, o al menos le costará mucho trabajo. Aunque también hay personas que siendo muy buenas no son buenos pescadores, pero lo son más por no saber algunas cosas que por sus cualidades personales, ¡A Dios gracias!.

No importa cómo pesquemos siempre y cuando lo hagamos bien. De una manera inteligente.

LOS PROFESIONALES

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“Un noble ejemplo hace fáciles las acciones difíciles.”
~ Goethe
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Esta comunidad de los pescadores deportivos está compuesta por dos grandes grupos: Los que viven para la pesca y los que viven de la pesca deportiva.

Los que tienen sus equipos de pesca, los que piensan mucho en pescar, los que han adquirido conocimientos y desarrollado habilidades para capturar peces, los que van a pescar entre uno y trescientos sesenta y cinco días al año, son aficionados. Buenos aficionados con seguridad, pero aficionados. Tienen una inclinación hacia esa pasión y le dan rienda suelta en la medida de lo posible, pero si son hijos de familia, estudiantes, empleados, empresarios, jubilados, inversionistas, vagos, o aún si están en medio de su año sabático, tienen una actividad principal que no es la pesca, que es su afición. Son los que, en mayor o menor medida, viven para la pesca.

Los que viven de la pesca deportiva son quienes desarrollan su profesión y obtienen su sustento económico de la actividad de la pesca deportiva. Este grupo está formado por los guías de pesca, los lancheros, los operadores turísticos, los dueños de tiendas de artículos de pesca, los editores de revistas o libros de pesca, los desarrolladores de sitios de Internet de pesca, y los auxiliares de campamento de pesca, entre otros. Estos son los profesionales de la pesca deportiva. Son muchísimos menos que los que capturan peces, por razones de simple economía, pero tienen mayores responsabilidades y un rol mucho más influyente que los demás.

Estos profesionales de la pesca deportiva, por la naturaleza de su trabajo, están en contacto con muchos aficionados a quienes pueden transmitir sus principios y conocimientos, además de darles buen ejemplo de ser buenos pescadores deportivos, es decir, pescadores respetuosos con el medio ambiente y con el objeto de nuestra pasión: los peces.

Todos somos pescadores deportivos, no sólo los aficionados. Todos tenemos las mismas responsabilidades y debemos mantener los mismos compromisos si queremos disfrutar o vivir de la pesca según sea el caso. Lo cierto es que los profesionales de la pesca deportiva tienen un impacto mayor debido a que están en una posición más influyente respecto de los aficionados, de las comunidades y los gobiernos locales, y del mismo entorno de pesca en donde trabajan y que les interesa que no se deteriore.

Podemos decir que los profesionales tienen que asumir de una manera más vertical y sin debilidades su papel de educadores para que las demás personas aprendan de su ejemplo. El guía de pesca no puede ser condescendiente con el pescador que lleva a pescar en cuanto a permitirle que mate los peces, o que bote basuras o corte árboles, ya que si lo hace así les estará diciendo a sus clientes que él no está comprometido con darle en un futuro la posibilidad a esos mismos clientes de volver a disfrutar de la pesca en ese cuerpo de agua.

Lo mismo pasa con los demás profesionales de la pesca deportiva. No es difícil explicarlo a la luz de los principios de un profesional o un empresario: Si usted es un profesional de la pesca deportiva, es decir, si usted tomó la decisión de desarrollarse profesionalmente y obtener sus ingresos de la pesca deportiva, usted ha aceptado que tiene en sus manos una serie de responsabilidades, como pueden ser la seguridad o la satisfacción de sus clientes, y que esas responsabilidades incluyen la de hacer todo lo que esté a su alcance como profesional para que la afición por la pesca (su mercado objetivo) crezca y se consolide, y así le brinde cada día más posibilidades de crecer como profesional o empresario.

Y su base de clientes no va a crecer ni se va a consolidar si los sitios de pesca y los peces se acaban. Así de claro.

Este tema de ser buen pescador da para todo, hasta para que los profesionales de la pesca deportiva ganen más dinero. Si usted como profesional hace todo lo que tiene que hacer para conservar los ríos, lagunas y costas, y los peces que ellos contienen, va a haber más pesca y mejores lugares para que vayan los aficionados, va a tener más mercado, más clientes, más oportunidades de crecer como empresario y más dinero en el bolsillo. Sólo hay que tener visión de largo plazo para entender y aplicar esto.

UN CAMBIO DE ENFOQUE

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“No hay malas hierbas ni HOMBRES malos: sólo hay malos cultivadores.”
~ Víctor Hugo
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Cuando hablamos de los factores que deterioran y agotan los ríos, lagunas y costas, vimos que esas amenazas siempre tienen su origen en prácticas que realizan personas o grupos de personas. A menos de que se trate de una erupción volcánica, un terremoto u otro desastre similar, los cambios que realiza la naturaleza son muy lentos y casi imperceptibles, a menos de que sean inducidos y acelerados por la mano del hombre. El pescador comercial que acaba con una especie de peces en un río es el causante original de cambios drásticos en el ecosistema que pueden terminar hasta en la desertización de la zona.

Pensemos por el momento en un cuerpo de agua determinado, un río en el que pesquemos habitualmente. El equilibrio de ese río está amenazado por personas o grupos de personas, como pescadores comerciales, cazadores, deforestadores, encargados de basuras o vertederos de aguas negras de la comunidad cercana, y muchos otros que con sus actividades ponen en serio riesgo su futuro como ecosistema productivo. Esas personas que identificamos como enemigos del hábitat lo son debido a su ignorancia y a su visión de corto plazo. Normalmente son buenas personas, son buenos miembros de familia y ciudadanos respetables, pero han sido educados con principios que vienen de muchas generaciones atrás cuando no tenían por qué tener criterios para la conservación. Si el bisarabuelo de un pescador ribereño mataba cinco jaguares al año, iba a seguir habiendo jaguares en la zona, ya que el cazador más cercano estaba a ocho días de viaje por río. Pero hoy no hay justificación alguna para que los pocos jaguares que quedan no vivan en un ambiente intacto y sin la menor interferencia humana.

Estos “enemigos” del ambiente no son enemigos porque quieran acabar con ese ecosistema, o porque se frotan las manos mientras se ríen siniestramente a carcajadas frente a una maqueta de sus planes de destrucción. Afortunadamente no. Yo le daría mi voto a que ellos creen que hacen las cosas bien, o al menos a que lo hacen porque no saben qué más hacer. Esto es positivo o al menos esperanzador, porque si a esas personas les mostramos que hay otras vías diferentes de aprovechar esos recursos sin dañarlos y obteniendo mejores resultados, sin duda van a ensayar esa otra opción.

Miremos un ejemplo: El señor Pedro vive en la ribera de un río que tiene una larga temporada de lluvias y crecientes, y una temporada corta de verano y pesca. Toda su vida se ha dedicado a la pesca comercial artesanal porque fue lo que aprendió de su padre y eso es lo que hace la mayoría de sus amigos para subsistir. Cada año que pasa los peces son más escasos y más pequeños, y por lo tanto cada año gana menos dinero para cubrir sus necesidades básicas. Pedro mata las culebras cada vez que las ve, así sean grandes constrictoras que no representan mayor peligro porque desde muy pequeño le enseñaron que son malas. Mata los caimanes y babillas porque tienen bocas grandes y eso es peligroso. Mata algunos animales, como ocelotes y jaguares, porque son un peligro para sus tres vacas y sus pocas gallinas. Mata los chigüiros y las lapas porque tienen carne para comer. Pedro hace todo lo que sabe hacer y le parece normal hacer, así lo aprendió de su padre. Pero Pedro está haciendo todo lo que debe hacer si se trata de acabar con el río donde vive y del cual depende para subsistir.

Le preocupa el futuro sin peces, pero si no pesca todo lo que puede en cada temporada, ese año no tendrá con qué comprar el mercado o con qué pagar la gasolina de su motor. Su situación precaria, que cada vez es peor, no le deja ver más allá de su propia angustia, tiene hijos que no puede llevar al médico y mucho menos mandar a la escuela, tiene una señora que por más que lo ayuda, cada vez tiene menos qué cocinar, tiene un crédito que no puede pagar y que hará que le embarguen su casa, y varias otras cosas que no están en mejor condición. Pedro cada vez está más desesperado y esa desesperación le afila sus instintos para pescar más y matar más animales.

Un día de verano llega su amigo Juan en lancha hasta su casa. De lejos lo identifica pero le llama la atención que tenga una lancha de fibra de vidrio y un motor de los nuevos de cuatro tiempos que son inalcanzables para un pescador ribereño. No ve a Juan desde hace unos cuatro años y supone que se debió dedicar al comercio en el pueblo o a otras cosas más rentables. Ya habiendo saludado y luego de ofrecerle un café, Juan le cuenta que ahora es guía de pesca deportiva, y le comenta cómo le ha mejorado la vida, pero ahora no tiene mucho tiempo para quedarse conversando, le cuenta a Pedro que a la siguiente semana le llegan unos clientes, pescadores deportivos que llevan pescando con él dos años, y que necesita un lanchero más para ese grupo de pesca. Pensó en Pedro porque sabía que era buen pescador, que tenía una lancha y que era un tipo honesto, amable y buena persona. Pedro le comentó que no podía porque el motor fuera de borda llevaba dañado dos meses y no había tenido dinero para arreglarlo. Juan le dijo que él ponía el motor y convinieron el valor de sus servicios. Pedro no creyó que le pagaran tanto por llevar turistas unos días, pero si le daban la mitad de lo prometido le alcanzaría para arreglar su motor y para hacer el mercado de un mes, de modo que le dijo que sí.

Juan contrató a Pedro durante cuatro días, hicieron cuentas y Pedro se gano el dinero equivalente a dos meses de pesca comercial como hacía años no la veía. Al año siguiente Juan lo contrató para llevar pescadores deportivos durante cuatro semanas completas y Pedro se ganó lo que usualmente se ganaba en un año de pesca comercial. Pedro siguió pescando para vender y matando animales como de costumbre, y eso sumado a sus nuevos ingresos le dio unas mejores condiciones económicas gracias a lo cual pudo suplir sus necesidades. Pero a los dos años, Juan sólo lo contrató para guiar pescadores deportivos durante dos semanas. Un día en la playa donde acampaban, Pedro oyó a los visitantes que hablaban con Juan y se lamentaban porque cada año que pasaba la pesca era peor y cada vez se veían menos animales en las orillas. Pedro se puso a hablar con ellos sobre lo que les gustaba, y pudo ver claramente que esos pescadores deportivos no iban a volver si se deterioraba más la pesca y el entorno del río. Ya su amigo Juan le había hablado de eso, pero él no creía que a esos señores que venían de la ciudad les fuera a importar no ver tantos animales o pescar menos, si ellos no cazaban los animales y además devolvían los peces al agua, eso no les debía interesar mucho. Pero pudo ver que no era así.

Entonces Pedro habló con Juan y con sus otros amigos que ya estaban trabajando como guías de pesca para otros pescadores deportivos, y les comentó lo que sabía. Entre todos ellos compartieron sus experiencias y generaron acuerdos para cuidar el río, cada vez pescaron menos para vender el pescado y no volvieron a cazar. Se dedicaron a crearle conciencia a los demás ribereños sobre la importancia de tener un río limpio, bonito, con animales y con buena pesca para atraer el turismo, y el río empezó a recuperarse en la medida en que más lo cuidaban, y cada año les llegaban más grupos de pescadores deportivos que luego trajeron grupos de turistas ecológicos. Ahora Pedro vive de ser guía turístico. Tiene tiempo libre para su familia y para actividades comunitarias y de planeación de la industria turística de la zona. Tiene unos ingresos que superan varias veces los que le daba la pesca comercial, tiene a sus hijos en el colegio y ya está pensando en mandarlos a la Universidad en unos años. Pedro tiene el futuro despejado y claro, él sabe que si hace las cosas bien e inteligentemente, mañana tendrá río y tendrá los recursos suficientes para vivir bien y darles una buena vida a sus hijos y a su señora. Ahora todos tenemos un río que no se volvió un desierto.

Pedro es el mismo al principio y al final, nunca dijimos que a Pedro se le apareció un hada madrina o un genio en una botella. La diferencia es que al principio del cuento Pedro le dedicaba toda su energía a subsistir en unas condiciones inhumanas y con unas perspectivas muy oscuras y a corto plazo, y al final del cuento Pedro le dedica sus energías a crear una empresa, a proteger el medio ambiente y a prosperar en su vida. Pedro pudo ver que tenía mejores opciones, pero lo vio por coincidencia. Si alguien se lo hubiera hecho ver antes, con seguridad que hubiera empezado a cambiar desde antes.

El problema radica en que estos “enemigos” del medio ambiente no ven otra salida que hacer lo que hacen usualmente. La solución está en que puedan ver que hay otras formas de hacer las cosas mucho más productivas, mucho más amables con el entorno y que les van a dar muchos mejores ingresos económicos.

La única salida es enseñarles cómo hacer las cosas de manera inteligente.

¿Y quién les va a enseñar? No serán los políticos locales que no se los han enseñado jamás. Todos los demás que los rodean, o tienen intereses personales más fuertes para no mostrarles otras vías de aprovechamiento de sus recursos, o son tan ignorantes como ellos mismos sobre las posibilidades de lograr una mayor prosperidad mediante un cambio.

Los que les podemos enseñar somos nosotros, los que ya hemos visto que las cosas sí pueden ser diferentes. Los que creemos que podemos hacer obras importantes por el planeta, los que creemos que podemos dejar una huella positiva, los que creemos que las personas pueden vivir mejor y que nosotros les podemos ayudar a hacerlo. No lo haremos por puro altruismo, es cierto. Lo haremos porque queremos tener muchos peces y un río en dónde pescar mañana, pero también es cierto que nos alegraremos al ver a nuestros amigos del río disfrutando de unas condiciones de vida mucho mejores. No hay nada qué perder si lo hacemos, en cambio sí habrá mucho a favor nuestro, de los demás, del medio ambiente y del mundo.

La única forma para que no haya esos “enemigos” es ayudándolos a que se vuelvan “amigos”. Amigos nuestros, amigos de ellos mismos amigos del río y amigos del planeta. Está en nuestras manos la solución. ¿Por qué dejárselas a otros que ni siquiera sabemos si van a llegar algún día?