martes, 1 de junio de 2010

LA PESCA DEPORTIVA COMO ACTIVIDAD HUMANIZADA

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“Un pez es demasiado valioso para ser capturado tan sólo una vez”
~ Lee Wulff
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No es difícil deducir que los deportes que utilizan animales provienen de épocas mucho más lejanas que los demás deportes, y que sus orígenes se pueden encontrar en actividades “no deportivas”, como pasa con la pesca y la caza respecto de la necesidad de conseguir comida, las carreras de caballos con el correo entre ciudades, o la lidia de toros con rituales mitológicos relacionados con el sacrificio de animales para alimentación en Creta. Pero ahora son deportes, no medios de subsistencia. Apartémonos de la cacería cuyo fin es matar animales que vuelen, caminen o naden. No nos adentremos en la lidia de toros que por esencia conlleva una serie de torturas excesivamente crueles y cobardes, y necesariamente culmina con una muerte solitaria, dolorosa e indigna del toro en medio de aplausos. Estas actividades envuelven unas éticas particulares y amañadas.

Pensemos en la pesca deportiva.

Y para no evadir la sangre que nos mancha el dedo que metimos ya en la llaga, partamos de una base lógica: Éticamente la pesca no es un deporte o una actividad transparente. En el mejor de los casos se pone en serio riesgo la vida de un ser vivo. Pero no la descalifiquemos de plano. Analicémosla a la luz de la ética, que para eso sirve (Si todo fuera transparente, recto, lindo, bueno y justo no existirían los problemas ni la ética).

La pesca, capturar peces, ha sido una actividad de subsistencia desde que el primer humanoide encontró una forma mecánica de engañar a un pez para sacarlo del agua y comérselo. Evolucionó al mismo tiempo que el hombre, desde los anzuelos de hueso hasta las redes de cáñamo, y cuando se empezaron a crear grupos sociales sedentarios y se generó el trueque como primera herramienta económica, se crea la pesca comercial. El pescador ya no sólo captura los peces que se va a comer con su familia, sino que saca más para cambiarlos por trigo, sal o ladrillos. No la llamemos pesca comercial porque su finalidad era obtener otros elementos de subsistencia, llamémosla pesca artesanal. Hoy en día subsisten estas dos modalidades originales. El indígena y el colono que pescan lo que se van a comer, hacen pesca de subsistencia. El pescador ribereño que pesca lo que se va a comer y pesca otro tanto para vender en el pueblo para hacer su mercado, hace pesca artesanal.



Hasta ahí iba todo más bonito de lo que esperábamos, hasta que aparece una de las dos cosas que crearon la palabra “desarrollo”: El Comercio (La otra es la guerra). Para el tema que nos interesa ahora, el comercio empezó con el pescador que vio que podía sacar más peces y obtener más cosas a cambio para acumular, es decir, que se podía hacer más poderoso y rico, entonces empieza la pesca comercial, cuya finalidad es generarle riqueza al pescador.



Pero ese pescador que hasta ese momento salía todos los días en su bote con su hijo y un vecino, vio que si salían seis personas en dos botes, y usaban las redes más grandes que hacían en el pueblo de al lado, podía pescar mucho más, vender mucho más y ser mucho más rico, entonces contrata más pescadores, compra las redes, hace el otro bote, y nace la pesca industrial.


Hasta el momento hemos visto que la pesca es un negocio que se ha desarrollado con la sociedad, el comercio y la economía. Un negocio que requiere de una infraestructura para explotar un recurso natural que es de todos (De un pueblo, una provincia, una nación o del mundo entero si hablamos de aguas internacionales) para el beneficio de unos pocos (Los dueños de las pesqueras) así éstos generen empleo. Hasta aquí la pesca se trata de sacar peces del agua para matarlos, procesarlos y comercializarlos.

Desde los tiempos del primer pescador de subsistencia debió haber algún gocetas, de pronto el hijo, que pescaba sardinitas para divertirse mientras acompañaba a su padre. Hay reportes de los faraones egipcios y de los emperadores romanos y sus cortes, que pescaban por “deporte”, por diversión en sus paseos, pero eso no era muy común. De los siglos XVI y XVII se tienen los primeros libros de pesca deportiva, que de manera obvia nace de la observación de la pesca comercial, pero con una finalidad muy diferente a la de comer o a la de hacerse rico: nace la pesca deportiva, por diversión.

Hoy en día subsisten todas estas modalidades de pesca.


Así como con la cacería y los toros, la pesca comercial, artesanal, industrial o de subsistencia no nos interesan ahora porque su finalidad, sus medios y su ética son es muy distintos. Lo que nos interesaba era ver que la pesca deportiva no es una necesidad, no es una actividad profesional y no es un negocio. Se parece a la pesca comercial tanto como una corrida de toros al ordeño de una vaca. Es una actividad independiente.

¿Por qué pescamos? Definámoslo:

- Porque nos gusta sentir cuando pica el pez.
- Porque nos gusta la pelea del pez al otro lado de la línea.
- Porque queremos disfrutar de nuestras habilidades y de nuestro ingenio
- Porque nos sentimos orgullosos al capturar un buen pez o muchos peces
- Porque nos apasiona
- Porque es lo que más nos gusta hacer
- Porque nos saca de la rutina diaria
- Porque nos relaja
- Porque nos divierte
- Porque es nuestro hobby
- Porque es lo que hacemos con nuestros amigos
- Porque pasamos un día muy agradable
- Porque estamos en contacto con la naturaleza
- Porque nos da paz
- Porque le aporta mucho a nuestras vidas

Esos motivos y muchos más, también nos resuelven la pregunta de ¿Para qué pescamos? Tiene que ver con recrearnos en la naturaleza capturando peces. Esa parece ser la esencia de la pesca deportiva y una aproximación muy cercana a su definición.

Es un deporte. Su finalidad es recrear.
Involucra el desarrollo de habilidades específicas para hacerlo bien. Puede conllevar competencia, pero al final del día debe haber aportado bienestar al practicante para que cumpla su cometido.

Se practica en áreas silvestres.
Involucra una ética especial en la que priman el cuidado y el respeto por el medio ambiente.

Su objetivo es capturar peces.
No es su finalidad. Si se capturan peces se “gana”, si no se capturan se “pierde”, pero de igual manera se practica el deporte y se cumple su finalidad que es recrear. Así no capture un solo pez, el pescador sigue siendo pescador y el día lo pasó pescando.

Este esbozo de definición no habla de matar peces. No habla de comer peces. No habla de maltratar peces. El hecho de que a mí me guste comer pescado no tiene nada que ver con la pesca deportiva.

MATAR LOS PECES NO ES PESCA, ES CACERÍA.

La idea de devolver los peces al agua es algo que cada vez coge más fuerza cuando se piensa en el futuro y la misma conservación de la misma pesca deportiva. Partimos de la base de que los ríos, lagos, y en últimas los mares (Como secciones homogéneas de un océano) tienen una limitante en cuanto a la generación de vida, es decir, un río puede mantener una cantidad determinada de peces grandes, peces pequeños, crustáceos, algas, plantas, etc., pero no más de eso. Cuando un río es sobrepescado, esas especies que se pescan se agotan, y el resto de ese ecosistema se desarrolla de una manera bien diferente, lo que puede llevar a que otras especies también desaparezcan. Ya lo hemos visto en suficientes ríos y lagunas, hasta en grandes zonas costeras. Por otro lado todos los ríos ya tienen suficientes factores de presión para mantenerse en unas condiciones ecológicas mínimas y para ser relativamente productivos en peces.

Una verdad de a palos:

LA PESCA INDICRIMINADA NO ES SOSTENIBLE EN UN MEDIO ACUÍCOLA NATURAL.

Si los pescadores deportivos fuéramos lo suficientemente concientes, responsables y comprometidos con nuestro deporte (Nuestra pasión, lo que nos dá paz, lo que más nos gusta hacer), desde hace mucho tiempo no sólo estaríamos devolviendo todos los peces que capturamos, sino que estaríamos organizados de una manera muy activa para la defensa de nuestros ríos frente a los agentes contaminantes, la pesca comercial, la pesca de ornamentales, etc. Esto ya sucede en Europa y gran parte de EEUU, en donde hay muchos pescadores deportivos y los ríos no son vistos como despensas sino como lugares que mejoran la calidad de vida de sus ciudadanos al aportarles recreación y descanso. ¡Para eso son los ríos, lagunas y costas! Para disfrutarlos, no para acabarlos!

Por otro lado encontramos el argumento que dicen algunos pescadores que parecen de otro planeta: “Yo puedo llevarme diez pescados a mi casa, tengo todo el derecho y por esos diez pescados no se va a acabar el río”, eso es una falacia recubierta de engaño, y un insulto a la inteligencia del interlocutor. Si todos los pescadores opinaran así ya se hubiera acabado ese río. Otro argumento que sostienen algunos pescadores es que le invierten demasiada plata a la pesca como para no poderse llevar los peces que sacan para la casa. Peor autoengaño, ese pescador hace el peor negocio del mundo, más bien debería ver que lo que le invierte a la pesca lo hace en calidad de vida, no en kilos de pescado. Está bien que los pescadores seamos mentirosos, pero limitemos las mentiras a decir que sacamos unos peces enormes, y no nos digamos mentiras para no cuidar y no hacernos responsables de cuidar nuestra afición.

Si hacemos una analogía con otro deporte, el fútbol, por ejemplo, pensemos en dos cosas que no haríamos. La primera, nosotros no le prestaríamos la cancha a un club de “motocross”, por el contrario, la cuidaríamos mucho y trataríamos de prestarla solamente a quienes sepamos que van a cuidarla. La segunda, nosotros no le clavaríamos un cuchillo al balón cada vez que metamos un gol. Cuidamos los balones que tenemos y cuidamos nuestra cancha. No es loco pensar en esto ni es muy distinto a la pesca deportiva. Más complejo sí, pero es lo mismo: Los pescadores deportivos estamos obligados a cuidar de nuestras aguas y de los peces que allí viven si queremos pescar mañana.

Nosotros podemos practicar nuestro deporte, nuestra pasión, de una manera INTELIGENTE. Hagámoslo para ganar en calidad de vida. Protejamos nuestras aguas y devolvamos los peces.

Ahora volvamos al problema ético de practicar un deporte con animales (Seres vivos que sienten). Mirémonos hacia adentro y hagámonos todas las preguntas que se nos ocurran al respecto. Es claro, éticamente no hay justificación alguna de hacer un deporte en el que, como mínimo, sufre un animal. Pensémoslo otra vez. Diez veces más. No la hay. No hay una sóla razón para hacer sufrir un animal. Si somos rectos y honestos, por más que devolvamos los peces no hay norma ética que nos haga sentir completamente tranquilos.

Pero afortunadamente el asunto tiene mucha tela más de donde cortar para no tener la obligación ética de renunciar a esto que tanto nos gusta y que tantas cosas buenas nos dá. Y esa tela no es otra cosa que la responsabilidad con que debemos actuar frente a los peces y su entorno.

Si nosotros, los pescadores deportivos, hacemos lo necesario con todo nuestro empeño y nuestros recursos para que las aguas estén limpias, para que no haya vertederos de aguas negras a los ríos, para que no haya pesca comercial, para que no haya gravilleras ni extracción de oro mediante la utilización de mercurio, para que no haya deforestación, para que no arrojen desechos ni basuras, para que los demás pescadores se vinculen a esos programas, estaremos haciéndole un bien enorme al ecosistema acuícola en que pescamos. Si nosotros nos agrupamos y trabajamos por la protección del río o laguna que frecuentamos, frente a tantas personas que lo dañan por ignorancia o por intereses económicos particulares, y si además devolvemos los peces que capturamos, le estamos haciendo muchísimo más bien al río que si no pescáramos.

En otras palabras, si pescamos de manera inteligente le estaremos haciendo mucho más bien a la tierra y a la humanidad que si no pescáramos. Pero requiere que pesquemos inteligentemente. Que seamos responsables. Que devolvamos los peces en la mejor condición posible. Que le dediquemos esfuerzos y recursos a la protección y cuidado de “nuestras canchas deportivas”. Si pescamos de manera facilista, si matamos los peces, si no nos comprometemos con el futuro de nuestro deporte y con el medio en que lo practicamos, ahí le estaremos haciendo daño al mundo, a la humanidad y a nosotros mismos.

En nuestras manos está responderle al momento histórico que vivimos, y no es imposible. En nuestras manos está asegurar que mañana podamos hacer lo que más nos gusta: Pescar. En nuestras manos está el que las generaciones futuras nos miren con admiración o con desprecio.

CUIDEMOS NUESTROS RÍOS, LAGUNAS Y COSTAS

DEVOLVAMOS LOS PECES AL AGUA

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