martes, 1 de junio de 2010

LA PRÁCTICA DE LA PELEA

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“Recuerden que un pez muerto flota río abajo, y sólo uno muy vivo y fuerte peleará río arriba”.
~ W.C. Fields
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Hay un momento que no podemos predecir con certeza, un instante que materializa nuestros sueños y que nos hará sentir que toda nuestra pasión de pescadores estalla. Nos hemos preparado mucho tiempo para ese segundo, ya llegamos al mejor sitio del río que escogimos y nuestra línea está en el agua, solo falta lo mejor: ¡El pique!

EL REMATE

El momento más importante para el pescador. Ese clímax de un instante por el cual hacemos todo lo que hacemos, es EL PIQUE, cuando el pez muerde nuestra carnada. Ahí se descarga toda la adrenalina. Y si somos algo experimentados y estamos en buena conexión con ese momento, de manera casi automática lo rematamos.

El remate es la reacción instantánea que tenemos de tensionar la línea en el momento en que sentimos el pique para enganchar al pez con el anzuelo. Este es el primer contacto que tenemos con ese pez, y hace parte de una corta relación que queremos culminar con su devolución al agua en las mejores condiciones posibles.

Con esa premisa en mente, pensemos cuál es la mejor manera de enganchar al pez. En ese momento no es mucho el campo de juego que tenemos, sólo aplica la fuerza que ejerzamos. La fuerza del remate debe ser directamente relativa al tamaño y la fuerza del pez.

Un remate muy fuerte a una trucha pequeña de seguridad le hará mucho daño en la mandíbula. Un remate con poca decisión ante el pique de un pez grande hará que el señuelo se suelte de su boca y se le entierre en una agalla o en un ojo, y no queremos eso. Pensemos en la fuerza del remate antes de empezar a enganchar peces en un sitio determinado, qué peces pueden picar, qué tan grandes, etc., y eso determinará que empecemos de una buena manera nuestra experiencia de pesca de ese día.

Para los peces de boca blanda o con buena cantidad de tejido blando en la boca, un remate seco y rápido será suficiente para enganchar al pez en un sólo punto de su boca hasta que lo soltemos.

Un remate largo y sostenido por algunos segundos es muy útil en los peces de boca grande para que en los primeros movimientos que haga para deshacerse del anzuelo no lo bote y en cambio sí quede asegurado.

Con peces de boca dura y de estructura ósea expuesta (Con poco tejido blando), un remate fuerte y seco lo enganchará si el anzuelo está en un punto de la boca en que pueda penetrar. Si está en un punto muy duro o entre los dientes, ningún tipo de remate hará bien el trabajo.

Algunos pescadores rematan suavemente al momento del pique y después hacen un remate fuerte en tres o cuatro golpes. Esto le hace mucho daño a los tejidos de la boca del pez porque le clava el anzuelo en varios puntos de apoyo.

Pero es muy importante que pensemos en que HAY QUE REMATAR luego del pique, por el bien del pez. Un pique sin remate tiene dos consecuencias claras: Que al pez no le clave el anzuelo y se escape, o que el pez se trague el anzuelo y se le clave en el esófago o en el estomago y le toque matarlo al pescador.

1. Hay que rematar cuando pica el pez porque de no hacerlo se nos escapa (Y lo que queremos es pescar!) o lo ponemos en un serio riesgo para su vida (Cosa que tampoco queremos).
2. Hay que rematarlo de la mejor manera, y eso depende de nosotros.

LA PELEA

Una pelea corta será mucho más benéfica para el pez y para sus expectativas de vida que una larga en la que se agote, sobre todo si hemos enganchado un pez de una especie de gran consumo de oxígeno, como una trucha, una payara o un atún. Este es uno de los principales motivos por los cuales los buenos pescadores debemos usar líneas fuertes y resistentes, para no exceder el tiempo normal de una pelea con un pez.

Cualquier pelea significará para el pez que está enganchado al anzuelo un esfuerzo mucho mayor que cualquiera de los que pueda tener en su vida normal, labores que se limitan usualmente a persecuciones cortas para cazar una presa o para escaparse de un predador mayor. No abusemos de las capacidades físicas del pez, ya tenemos suficientes emociones con una pelea corta e intensa como para prolongarla con gran riesgo para nuestro amigo que la hace posible. Pensemos en una actividad que nos podría agotar a nosotros, como si fuéramos boxeadores. Una pelea de boxeo dura, en tiempo “peleado”, de 30 a 36 minutos, una dura prueba para el boxeador aunque pasa mucho tiempo midiendo al adversario sobre el ring. Si tenemos en cuenta que una pelea callejera, por compararla con algo real, no dura más de 5 minutos, una pelea de boxeo dura mucho tiempo. Eso sería el símil con una pelea corta para un pez enganchado. Pero, si las autoridades de la AMB decidieran que las peleas deben durar 40 asaltos, es decir un tiempo real de 2 horas, imaginémonos cómo acabarían los pobres boxeadores, si es que terminan vivos una pelea de esas. Eso es aplicable a una pelea larga con un pez, lo matamos.

“La pelea le causa al pez un nivel de agotamiento físico muy superior al que antes haya experimentado, además de grandes niveles de estrés que afectan el normal funcionamiento de sus sistemas vitales y le puede causar la muerte.”

Los peces, como algunos otros animales, experimentan el estrés como una reacción ante situaciones de alto peligro que no están contempladas en su comportamiento habitual. El hecho de estar agarrado a una línea que lo arrastra hacia donde no quiere estar, le genera a un pez suficiente estrés como para generar una reacción violenta en su organismo que puede terminar en un paro cardiorespiratorio. Pensemos en el agotamiento y en el estrés que le estamos causando al pez cuando lo tengamos enganchado, y proporcionémosle un tiempo de pelea justo. El mismo pez, con su sabiduría natural nos mostrará cuándo se está cansando y nos deja traerlo con más facilidad a nuestro lado, ese es el momento de liberarlo.

No debemos exagerar en jalar muy duro al pez, la fuerza que hagamos con la caña será proporcional a su especie y tamaño. Un pez pequeño o con boca carnosa sufrirá desgarros y otras heridas si lo tratamos de manera muy fuerte.

Tampoco debemos traer al pez arrastrado o remolcado por la superficie. Hemos visto que cuando esto sucede el pez viene con la boca abierta, y cuando lo traemos de esa manera le estamos obligando a que trague agua innecesariamente. Los peces ingieren agua en pequeñas cantidades para mantener sus niveles de hidratación, si alteramos los niveles de esa ingesta estaremos contribuyendo a que el pez se deshidrate por exceso de líquidos en su sistema digestivo.

Debemos tener cuidado cuando peleamos un pez que está tratando de refugiarse al amparo de ramas sumergidas o de piedras, ya que en su exaltación se podrá golpear o cortar con alguna superficie. En nuestra experiencia hemos vivido momentos de tensión cuando el pez que tenemos enganchado se dirige hacia una “palera”, y ya sabemos qué hacer para que no se meta en los palos (lo “quebramos”, cambiamos la dirección de la caña con un tirón suave y firme hacia un costado). Lo hemos hecho con el fin de que no se enrede y lo perdamos. Ahora tenemos un nuevo argumento para hacerlo, que no se hiera contra los bordes cortantes y así podamos devolverlo en buenas condiciones.

Algunas veces habremos leído o escuchado de pescadores con experiencia sobre una práctica de la pelea limpia con el pez que consiste en no llevarlo a aguas pandas ya que le estaríamos quitando la posibilidad de pelear de una manera justa. Esto está muy bien en un criterio de “deportividad” y juego limpio, y también está muy bien como criterio conservacionista ya que si llevamos al pez a fondos pedregosos o pandos, lo estaremos obligando a golpearse y rasparse contra el fondo con las nefastas consecuencias que esto le trae al pez para seguir viviendo de forma normal. Por deporte y por conciencia, no llevar al pez a aguas bajas es una muy buena práctica para nosotros que somos pescadores deportivos.


1. HAY QUE REMATAR
2. REMATAR SIN EXAGERAR
3. EFECTUAR UNA PELEA CORTA
4. NO JALAR AL PEZ BRUSCAMENTE
5. NO REMOLCARLO
6. EVITAR QUE SE META A PALERAS
7. NO LLEVARLO A AGUAS BAJAS

La meta que debemos tener en mente durante la pelea es que cuando el pez llegue a nuestro lado, lo haga cansado pero en las mejores condiciones posibles.

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